31/8/07

EL KYBALION - PARTE IV

Capítulo VI

LA PARADOJA DIVINA


"El sabio a medias, reconociendo la irrealidad relativa del Universo, se imagina que puede desafiar SUS leyes. Ese no es más que un tonto, vano y presuntuoso, que se estrellará contra las rocas y será aplastado por los elementos en razón de su locura. El verdadero sabio, conociendo la naturaleza del Universo, emplea la Ley contra las leyes: las superiores contra las inferiores, y por medio de la Alquimia trasmuta lo que no es deseable, en lo valioso y de esta manera triunfa. El adoptado consiste, no en sueños anormales, visiones o imágenes fantasmagóricas, sino en el sabio empleo de las fuerzas superiores contra las inferiores, escapando así de los dolores de los planos inferiores y vibrando en los más elevados. La transmutación (no la negación presuntuosa), es el arma del Maestro".
EL KYBALION

Esa es la paradoja del Universo, la que resulta del principio de polaridad, principio que se manifiesta cuando el TODO empieza a crear.
Aunque para el TODO infinito el Universo, sus leyes, sus poderes, su vida, sus fenómenos, son como cosas contempladas en el estado de meditación o ensueño, el Universo debe ser tratado como real, y la vida, las acciones y los pensamientos deben estar basados en ello, acordemente, aunque se tenga un claro conocimiento y realización de la Verdad Superior cada uno respecto a su propio plano y leyes. Si el TODO hubiera imaginado un Universo real sería desastroso para este, porque entonces no podría ascenderse de lo inferior a lo superior, el Universo se habría convertido en una cosa fija, inmóvil, y el progreso resultaría imposible. Y si el hombre, por su parte, debido a su semisabiduría, actúa y vive y piensa en el Universo como si fuera un sueño (parecido a sus propios ensueños finitos), así se convertirá efectivamente, para él, y, al igual que un cadáver que caminase, se encontrará dando vueltas y más vueltas en un círculo, sin hacer el menor progreso y siendo forzado por último a despertarse y vivir por las leyes naturales que él hubiera olvidado. Conservad siempre la mente fija en la Estrella, pero mirad dónde ponéis los pies, no vayáis a hundiros en algún abismo. Recordad la paradoja divina que afirma que si bien el "Universo no es, sin embargo es". Recordemos siempre los dos polos de la verdad: lo absoluto y lo relativo. Guardémonos de las verdades a medias.

Lo que los hermetistas conocen como la "Ley de la Paradoja" es un aspecto del principio de polaridad. Las escrituras herméticas están llenas de toda clase de referencias respecto de esa paradoja que se descubre en todos los problemas de la Vida y del Ser. Los instructores están siempre batallando para impedir que sus estudiantes omitan el "otro lado" de cualquier cuestión, y sus recomendaciones se dirigen especialmente a los problemas de lo absoluto y de lo relativo, que tanto confunden a los estudiantes de filosofía, y que obligan a tantos a obrar y a pensar contrariamente a lo que se conoce como "sentido común". Recomendamos mucho a nuestros estudiantes el que se aseguren de haber comprendido bien la paradoja divina de lo absoluto y lo relativo, evitando ser hipnotizados por el falso miraje de la verdad a medias o semiverdad. Desde este punto de vista ha sido escrita esta lección. Leedla cuidadosamente.
La primera idea que se le ocurre al pensador que ha comprendido y realizado la verdad de que el Universo es una creación mental del TODO, es la de que el Universo y todo cuanto este contiene es una pura ilusión, una irrealidad, contra cuya idea se revuelve instantáneamente. Pero esto, tal como otras grandes verdades, debe ser considerado desde los puntos de vista absoluto y relativo. Desde el punto de vista absoluto, el Universo es, por supuesto, una ilusión, un sueño, una fantasmagoría, si se compara con el TODO en sí mismo. Esto lo reconocemos nosotros mismos cuando hablamos del mundo como de un sueño, que va y viene, que nace y muere, desde el momento que todo lo que es mudable, que cambia, que es finito e insubstancial, debe estar ligado a la idea de un Universo creado, cuando se compara con el TODO mismo, no importando cuál puede ser nuestra creencia respecto de la naturaleza de ambos. Filósofos, metafísi-cos, científicos y teólogos, todos están de acuerdo sobre ello, y esta concepción se encuentra en todos los sistemas filosóficos y religiosos, así como en las respectivas teorías de las escuelas metafísicas y teológicas.

Las enseñanzas herméticas no predican la insubstancialidad del Universo en términos más fuertes que los que os son más familiares, aunque la exposición del asunto pueda pareceres algo más contundente. Todo cuanto tenga un principio y un fin, en cierto sentido, debe ser irreal e ilusorio, y el Universo se encuentra en este caso, sea cual fuere el sistema de las escuelas de pensamiento. Desde el punto de vista absoluto nada hay real excepto el TODO, no importando los términos que empleemos al pensar sobre ello o al discutirlo. Bien sea que el Universo haya sido creado de materia, o bien se trate de una creación mental en la mente del TODO, es insubstancial, mudable, sujeto al tiempo, al espacio, al cambio. Debemos comprender y sentir bien esto antes de pensar y examinar la concepción hermética de la naturaleza mental del Universo. Examinad cualesquiera otras concepciones, y ved si existe alguna que no lo admita.
Mas el punto de vista absoluto muestra únicamente un solo lado de la cuestión, siendo el otro, el aspecto relativo de la misma. Las verdades absolutas han sido definidas "como las cosas, tal como las conoce y las ve la mente de Dios", mientras que las verdades relativas son "las cosas tal como la más elevada razón del hombre las comprende". Y de esta manera, mientras que para el TODO el Universo debe ser ilusorio e irreal, un simple sueño o resultado de la meditación, sin embargo para las mentes finitas que forman parte de ese Universo y miran a través de las mortales facultades, el Universo es ciertamente real, y así debe ser considerado. Al reconocer así el punto de vista absoluto, no cometeremos el error de ignorar o negar los hechos y fenómenos del Universo, tal como se nos presentan ante nuestras facultades mortales: no somos el TODO, recordémoslo.

Para emplear ilustraciones familiares, podemos reconocer el hecho de que la materia "existe" para nuestros sentidos, y haríamos muy mal si así no lo reconociéramos. Y, a pesar de ello, nuestra mente finita reconoce la verdad científica de que no hay tal materia desde el punto de vista de la ciencia, y que lo que llamamos materia no es más que un agregado de átomos, átomos que, a su vez, no son más que unidades de fuerzas agrupadas que llamamos "electrones" o "iones", vibrando constantemente con movimiento circular. Golpeamos una piedra y sentimos el impacto; parece ser real y, a pesar de ello, sabemos que no es más que lo ya expuesto. Pero recordemos que nuestro pie, que siente el golpe mediante la intervención del cerebro, es similarmente materia constituida por electrones, materia de la cual está también hecho nuestro cerebro. Y, por último, si no fuera por la mente, no sabríamos nada ni del pie ni de la piedra absolutamente.
Además, el ideal que un artista o un escultor tratan de reproducir en el mármol o en el lienzo les parece muy real. Igualmente sucede con los personajes que crea la mente de un autor teatral, quien trata de expresarlos para que los demás puedan reconocerlos. Y si esto fuera cierto en el caso de nuestras mentes finitas, ¿cuál sería el grado de realidad de las imágenes mentales creadas en la mente del Infinito? ¡Oh, para los mortales, este universo de mentalidad es ciertamente muy real! Es el único que jamás podremos conocer, aunque nos elevemos de plano en plano, cada vez más alto. Para que lo pudiéramos conocer de otra manera, por experiencia actual, tendríamos que ser el TODO mismo. Es muy cierto que, cuanto más nos elevamos en la escala, tanto más cerca nos encontraremos de la mente del Padre y tanto más evidente se hace la naturaleza ilusoria de las cosas finitas, pero hasta que el TODO no nos absorba finalmente dentro de El mismo no se desvanecerá la visión.
De manera, pues, que no necesitamos basarnos en esa ilusión. Reconozcamos más bien la verdadera naturaleza del Universo y tratemos de comprender sus leyes mentales, esforzándonos en emplearlas en la forma más efectiva para nuestro progreso ascendente en toda la vida, conforme vamos viajando de un plano a otro del ser. Las leyes del Universo no dejan de ser "leyes de hierro" aunque sean de naturaleza mental. Todos, excepto el TODO, están sujetos a ellas. Lo que está en la infinita mente del TODO es real, sólo un grado menos que la realidad misma que constituye la naturaleza del TODO.

No nos sintamos, pues, inseguros o temerosos; sintámonos firmemente sostenidos en la mente infinita, y nada existirá que pueda dañarnos o causarnos miedo. No hay poder alguno fuera del TODO que pueda afectarnos. Podernos permanecer tranquilos y seguros. Y en esta realización, una vez alcanzada, existe una plenitud de seguridad y calma. Entonces dormiremos serenamente sobre la .firmeza inconcebible de lo Profundo, y descansaremos seguramente sobre el Océano de la Mente Infinita que constituye al TODO. En El, ciertamente, vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.
La materia no es menos materia para nosotros mientras permanezcamos en ese plano, aunque sepamos que no es sino un agregado de partículas de fuerza, o electrones, que vibran rápidamente, girando unas en torno de otras, en la formación de los átomos. Los átomos, a su vez giran y vibran y forman así las moléculas, y la agrupación de estas últimas componen las grandes masas de materia. Y no será menos materia por el hecho de que, cuando avancemos en nuestra investigación, sepamos que la Fuerza, cuyas unidades son los electrones, no son a su vez más que unidades de manifestación de la mente del TODO, y que como todo lo demás en el Universo es puramente mental en su naturaleza. Aunque en el Plano de la Materia tenemos que reconocer sus fenómenos, podemos dominarla (como lo hacen todos, Maestros, en mayor o menor grado), aplicándole las fuerzas superiores. Cometeríamos una locura si negáramos la existencia de la materia en ese aspecto relativo. Podemos, sí, negar su dominio sobre nosotros; está bien, pero no debemos intentar ignorarla en su aspecto relativo, por lo menos mientras vivamos en este plano.

Las leyes de la Naturaleza tampoco se hacen menos constantes o efectivas por el hecho de que las conozcamos y sepamos que son simples creaciones mentales. Obran plenamente en todos los planos. Y nos libertamos de las leyes inferiores, aplicándoles las superiores, y sólo podemos conseguirlo de esta manera. Pero no podemos escapar a la Ley o elevarnos por encima de ella completamente. Nadie, sino el TODO, puede escapar a la Ley, y esto es debido a que el TODO es la Ley misma, del cual todas las demás brotan. Los más avanzados Maestros pueden adquirir los poderes que se atribuyen generalmente a los dioses, y existen muchos grados del ser en la gran jerarquía de la vida, cuyos poderes trascienden hasta los de los más elevados Maestros, en un grado inconcebible para los mortales, pero hasta el Maestro más grande y el ser más elevado deben inclinarse ante la Ley y son como nada ante los ojos del TODO. Así que si hasta esos elevados seres, cuyos poderes exceden a los atribuidos por el hombre a sus dioses, están sujetos y sirven a la Ley, imaginad la presunción del mortal de nuestra raza cuando mira las leyes de la Naturaleza como "irreales", visionarias e ilusorias, porque ha podido alcanzar a ver que esas leyes son de naturaleza mental, o simples creaciones del TODO. Esas leyes que el TODO quiere que rijan no pueden ser desafiadas o transgredidas. Mientras subsista el Universo subsistirán, porque aquel existe en virtud de esas leyes, las cuales forman la trama o esqueleto en que el Universo se apoya.

El Principio Hermético del Mentalismo, a la vez que explica la verdadera naturaleza del Universo sobre la base i de que todo es mental, no cambia las concepciones científicas del Universo, de la vida o de la evolución. En realidad, la ciencia no hace más que corroborar las enseñanzas herméticas. Estas últimas enseñan que la naturaleza del Universo es mental, mientras que la ciencia afirma que es "material"; o, según sus más recientes noticias, que es "energía" en el último análisis. Las enseñanzas herméticas tampoco están en pugna con el principio básico de Herbert Spencer, quien postuló la existencia de una "Energía Infinita y Eterna, de la cual proceden todas las cosas". En realidad, los hermetistas reconocen en la filosofía de Spencer la más elevada expresión de la obra de las leyes naturales que jamás se haya promulgado, y creen que Spencer era una reencarnación de un antiguo filósofo que vivió en Egipto millares de años ha, y que más reencarnó como Heráclito, el filósofo griego que vivió en el año 500 a. C. Y consideran su doctrina de la "energía infinita y eterna" como de acuerdo con las enseñanzas herméticas siempre con el agregado de que esa energía es la mente del TODO. Con esta clave maestra de la Filosofía Hermética, puede el estudiante de Spencer abrir muchas puertas de las concepciones filosóficas internas del gran filósofo inglés, cuyas obras demuestran los resultados de su preparación en las encarnaciones anteriores. Sus enseñanzas respecto de la Evolución y el Ritmo están casi de perfecto acuerdo con la Doctrina Hermética referente al principio del Ritmo.

Así, pues, el estudiante no necesita dejar a un lado los puntos de vista científicos referentes al Universo. Todo lo que se le pide es que comprenda el principio básico de que el TODO es mente, de que el Universo es mental, sostenido firmemente en la mente del TODO. Y encontrará que los otros seis principios concuerdan perfectamente con este conocimiento científico, y servirán para dilucidar plenamente los puntos oscuros. No hay que maravillarse de ello, si se considera la influencia que el pensamiento hermético ejerció en los filósofos primitivos de Grecia, sobre cuyas doctrinas descansan en gran parte las teorías de la ciencia actual. La aceptación del primer principio hermético (Mentalismo) es la única gran diferencia entre la ciencia moderna y los estudiantes herméticos, y la ciencia se va dirigiendo gradualmente hacia ese punto, conforme avanza a través de la oscuridad y va encontrando su camino en el laberinto en que se ha metido en busca de la Realidad.
El objeto de esta lección es imprimir en la mente del estudiante el hecho de que el Universo y sus leyes y sus fenómenos son tan reales, en lo que al hombre concierne, como lo serían bajo las hipótesis del materialismo y de la energía. Bajo cualquier hipótesis, el Universo, en su aspecto externo, está siempre cambiando y es transitorio, y, por consiguiente, está desprovisto de realidad substancial. Pero —y nótese el otro polo de la verdad—, bajo cualquiera de dichas hipótesis estamos obligados a obrar y a vivir como si esas cosas fugaces fueran reales y Substanciales. Con esta diferencia siempre: que, según jas doctrinas, se ignoraba el poder mental como Fuerza Natural, mientras que ahora vemos que el Mentalismo es la mayor fuerza de esa clase. Y esta sola diferencia basta para revolucionar la vida de aquellos que comprenden el principio y la práctica y leyes resultantes.

Por último, una vez que se comprende la ventaja del Mentalismo se aprende a conocer, emplear y aplicar las leyes resultantes. Pero no se caiga en la tentación que, según indica el "Kybalión", acecha al semisabio: aquella que lo convierte en un ser hipnotizado por la aparente irrealidad de las cosas, de modo que camina de un lado para otro, como soñando, viviendo en un mundo de ensueños, ignorando la vida diaria y su trabajo. Finalmente, se destrozará contra las rocas y se disolverá en los elementos, en razón de su locura. Más bien seguid el ejemplo del sabio que la misma autoridad indica: "Úsese la Ley contra las leyes; lo superior contra lo inferior, y por el arte de la alquimia transmutad lo que no es deseable en lo estimable, triunfando en esa forma". De acuerdo con esta doctrina, debe evitarse la semisabiduría, que es locura e ignora la verdad de que: "El dominio consiste, no en sueños anormales o visiones y fantásticas imaginaciones, sino en emplear las fuerzas superiores contra las inferiores, escapando así a los dolores de los planos inferiores, mediante la elevación a los superiores". Recuérdese siempre que la "transmutación y no la negación presuntuosa es el arma del Maestro". Las citas antedichas pertenecen al Kybalión, y son muy dignas de tenerlas siempre presentes.
No vivimos en un mundo de sueños, sino en un Universo que, si bien es relativo, es real, por lo menos en lo que concierne a nuestra vida y obras. Nuestra misión en el Universo no es negar su existencia, sino vivir, empleando debidamente sus leyes para ascender de lo inferior a lo superior, viviendo y haciendo lo mejor que podamos dentro de las circunstancias que surgen cada día, y viviendo, todo lo posible, nuestras más elevadas ideas e ideales. El verdadero significado de la vida no es conocido por el hombre en este plano —si es que alguien lo conoce—; pero los más sabios, y nuestras propias intuiciones también, nos enseñan que no nos equivocaremos si tratamos de vivir lo mejor posible y realizar la tendencia universal en el mismo sentido, a pesar de las aparentes evidencias en contra. Todos estamos en el Camino, y esta vía va siempre ascendiendo, con frecuentes sitios de reposo.
Léase el mensaje del "Kybalión", y sígase el ejemplo del sabio, evitando el error del semisabio, quien perece en razón de su locura.

Capítulo VII

EL TODO EN TODO


"Si bien es cierto que todo está en el TODO, no lo es menos que el TODO está en todas las cosas. El que comprende esto debidamente, ha adquirido gran conocimiento".
EL KYBALION

¡Cuan a menudo se ha oído a la mayoría repetir la afirmación de que su Deidad era "todo en todo", y cuan poco ha sospechado el íntimo significado oculto encerrado en esas palabras emitidas tan sin ton ni son! La expresión comúnmente empleada es lo que ha quedado de la máxima hermética del epígrafe. Como dice el Kybalión:
"El que comprende esto debidamente, ha adquirido gran conocimiento". Y si esto es así, tratemos de comprender lo que significa, dada su gran importancia. En esa máxima está encerrada una de las más grandes verdades filosóficas, científicas y religiosas.
Ya hemos dado la enseñanza hermética concerniente a la naturaleza mental del Universo: la verdad de que "el Universo es Mental, sostenido en la mente del TODO". < Como dice el "Kybalión" en el pasaje citado: "Todas las ; cosas están en el TODO". Pero adviértase también la siguiente afirmación correlacionada: "Es igualmente cierto que el TODO está en todas las cosas". Esta contradic-'' clon aparente es conciliable según la Ley de la Paradoja. Es, además, una afirmación hermética exacta sobre las relaciones que existen en el TODO y su Universo mental. Ya hemos visto cómo es que todo está en el TODO: examinemos ahora el segundo aspecto del asunto.

La doctrina hermética indica que el TODO es inmanente e inherente al Universo, así como en toda parte, partícula, unidad o combinación, dentro del Universo. Los maestros suelen ilustrar este postulado, refiriéndose al Principio de Correspondencia. El Instructor pide al estudiante que forme una imagen mental de algo, de una persona, una idea o alguna cosa que tenga forma mental, siendo el ejemplo preferido el de un autor que se esté formando una idea de los personajes, el de un pintor o escultor que esté creando la imagen mental de lo que trata de expresar con su arte. En cada caso el estudiante verá que, aunque la imagen tiene existencia y ser únicamente dentro de su propia mente, sin embargo, el estudiante mismo, autor, pintor o escultor es, en cierto sentido. inmanente en dicha imagen. En otras palabras, toda la virtud, vida, espíritu o realidad de la imagen mental se deriva de la "inmanente mente" del pensador. Medítese esto un instante hasta que se comprenda bien la idea.
Empleando otro ejemplo, podríamos decir que Otelo, Yago, Hamlet, Lear, Ricardo III, etc., existieron en la mente de Shakespeare en el momento de su concepción o creación. Y, sin embargo, Shakespeare existió también dentro de cada uno de esos personajes, dándoles su vitalidad, su espíritu y su acción.

¿Cuál es el espíritu de los personajes que conocemos como Micawber, Oliverio Twist, Uriah Heep?... ¿Es Carlos Dickens o tiene cada uno de ellos un espíritu personal, independiente de su creador? ¿Tienen la Venus de Mediéis, la Madonna Sixtina, el Apolo de Belvedere, espíritus y realidad propios o representan los poderes mentales y espirituales de sus creadores? La Ley de la Paradoja explica que ambas proposiciones son ciertas, consideradas desde los puntos de vista apropiados. Micawber es, a la vez, Micawber y Dickens. Y mientras puede decirse que Micawber es Dickens, Dickens no es idéntico a Micawber. El hombre, como Micawber, puede exclamar: "El espíritu de mi Creador me es inherente, y, sin embargo, yo no soy El". Esto es muy diferente de la chocante semiverdad que clamorosamente anuncian algunos semisabios, diciendo: "Yo soy Dios". Imaginad al pobre Micawber o al ratero Uriah Heep exclamando: "Yo soy Dickens", o a cualquier otro personaje de las obras de Shakespeare anunciando: "Yo soy Shakespeare". El TODO está en la lombriz, mas la lombriz está muy lejos de ser el TODO. Pero aunque la lombriz exista meramente como una pequeña cosa, creada y teniendo su ser únicamente en la mente del TODO, el TODO es inmanente en ella, así como en las partículas que la componen. ¿Puede haber algún misterio mayor que el encerrado en esa proposición: "Todo está en el TODO y el TODO está en todo?"
El estudiante comprenderá, por supuesto, que las ilustraciones enunciadas antes son necesariamente imperfectas e inadecuadas, porque representan la creación de imágenes mentales en mentes finitas, mientras que el Universo es la creación de una mente infinita, y la diferencia entre los dos polos las separa. Y, sin embargo, es sólo cuestión de grado —el mismo Principio es el que opera— el Principio de Correspondencia se manifiesta en cada una: "Como arriba es abajo, como abajo es arriba".

Y en proporción a la realización que obtenga el hombre, de la existencia del Espíritu Subyacente inmanente en su propio ser, se elevará en la escala de la vida. Esto es lo que significa el desarrollo espiritual; el reconocimiento, la realización y la manifestación del Espíritu interno. Recuérdese siempre esta definición (la del desenvolvimiento espiritual), porque contiene la verdad de toda verdadera Religión.
Existen muchos Planos del Ser, muchos subplanos de vida, muchos grados de existencia en el Universo. Y todos dependen del adelanto de los seres en la escala, cuyo punto más bajo es la materia más densa, estando el Ser más elevado separado del Espíritu del TODO sólo por una sutilísima división. Y por todas partes, a lo largo de esta escala de la vida, todo está en movimiento. Todos están en el sendero, cuyo fin y meta es el TODO. Todo progreso es una vuelta al hogar. Todo se mueve hacia arriba, adelante, a pesar de las aparentes contradicciones. Este es el mensaje del Iluminado.
La doctrina hermética concerniente al proceso de la creación mental del Universo es que, al principio del ciclo creador, el TODO, en su aspecto de ser, proyecta su voluntad hacia su aspecto de "Devenir" y el proceso de la creación comienza. Se dice que este proceso se reduce a una disminución gradual de intensidad vibratoria hasta que se alcanza un grado muy bajo de energía vibrante, en cuyo punto se manifiesta la forma más densa posible de materia. Este proceso se llama involución porque el TODO se "envuelve" en su creación. Y esto tiene su correspondencia en los procesos mentales de un artista, escritor o inventor, quien se "envuelve" tanto en su creación mental que olvida casi completamente su propia existencia, pues en esos momentos "vive en su creación". Si en vez de la palabra "envolverse" empleáramos la de "absorberse", quizá se dará una idea más clara del significado que se trata de sugerir.
A este estado involucionario de la creación suele también llamársele "Emanación" de la energía divina, así como el estado evolucionarlo se denomina "Absorción". Al polo más extremo del proceso creador, se le considera como el más separado del TODO, en tanto que el principio del estado evolutivo es mirado como un retorno de la oscilación del péndulo del Ritmo, como una vuelta al hogar.

La enseñanza es que durante la Efusión las vibraciones se van amortiguando gradualmente hasta que el impulso amortiguador cesa por último, y entonces se produce el retorno de la oscilación pendular. Pero existe esta diferencia: que mientras en la efusión se manifiestan las fuerzas creadoras compactamente, como un todo, desde el comienzo mismo del estado evolutivo o de "reabsorción" se manifiesta la ley de la individualización; esto es, la tendencia a separarse en unidades de fuerza, de tal manera que lo que dejó al TODO como no individualizada energía vuelva a su fuente originaria como innumerables unidades de vida, altamente desarrolladas, que se han ido levantando cada vez más alto en la escala por medio de la evolución física, mental y espiritual.
Los antiguos herméticos empleaban la palabra "meditación" para describir el proceso de la creación mental del Universo en la mente del TODO, habiéndose empleado también frecuentemente la palabra "contemplación".
Pero la idea que parece sugerir es la del empleo de la Atención Divina. "Atención" es una palabra derivada de raíz latina, que significa "alcanzar, llegar", y el acto de atención es realmente un "alcance, una extensión" de la energía mental; de manera, pues, que comprenderemos perfectamente el concepto si examinamos el verdadero significado de la atención.

La doctrina hermética concerniente a la evolución es que el TODO, habiendo meditado sobre el principio de la creación, y establecido así la base material del Kosmos, pensándolo en la existencia, gradualmente va despertándose de su meditación, y al hacerlo produce la manifestación del proceso evolutivo, en los planos material, mental y espiritual, sucesivamente en orden. Así empieza el movimiento ascendente, y todos los seres comienzan a dirigirse hacia el Espíritu. La materia se va haciendo menos densa, las unidades vienen a ser, las combinaciones se inician, la vida aparece y va manifestándose en formas cada vez más elevadas y la mente se va haciendo más y más evidente, vibrando todo cada vez más intensamente. En una palabra, el proceso entero de la evolución, en todas sus fases, comienza y sigue de acuerdo con las leyes del proceso de "absorción". Todo esto ocupa eones y eones de tiempo, estando compuesto cada eón por millones de años, pero, según dice el Iluminado, toda la creación, incluyendo la involución y la evolución de un universo, no es más que un abrir y cerrar de ojos para el TODO. Al final de innúmeros ciclos de eones de tiempo, el TODO retira su atención (contemplación) o meditación del Universo, porque la Gran Obra ha terminado, y todo queda absorbido en El, de quien otrora emergió. Pero el misterio de los misterios es que el Espíritu de cada alma no queda aniquilado, sino que se expande infinitamente, sumergiéndose uno en otro, el Creador y el Creado. Esa es la voz de la iluminación.

La ilustración expuesta sobre la meditación y el subsiguiente despertar de ella del TODO no es, por supuesto, más que un intento de descripción del proceso infinito, mediante un ejemplo finito. Pero, no obstante: "Como arriba es abajo". La diferencia es sólo de grado. Y así, como el TODO se despierta de su meditación sobre el Universo, así también el hombre (a su debido tiempo) cesará de manifestarse sobre el plano material y se irá retirando cada vez más en el Espíritu Interno que, ciertamente, es el "Ego Divino".
Hay otra cosa más de la que deseamos hablar en esta lección, y esto llega muy cerca del campo metafísico de especulación, aunque nuestro propósito es simplemente mostrar la futilidad de tal especulación. Aludimos a la pregunta que inevitablemente se presenta ante la mente de todos los pensadores que se han aventurado a buscar la Verdad. La pregunta es: ¿Por qué creó el TODO al Universo? Esta pregunta podrá ser formulada en diferente forma, pero su esencia es siempre la misma.
Mucho han luchado los hombres para contestársela, pero aun no se posee respuesta alguna que merezca ese nombre. Algunos se han imaginado que el TODO ganaría algo con ello, pero eso es absurdo, porque ¿qué es lo que podrá obtener el TODO que ya no posea? Otros dicen que el TODO desea amar a algo, o que lo había creado para divertirse, o porque estaba solo, o para manifestar su poder. Pero todas esas respuestas son pueriles e infantiles y pertenecen a la primera infancia del pensamiento.

Algunos han tratado de explicar el misterio, presumiendo que el TODO se vio "compelido" a crear, en razón de su "naturaleza interna" o su "instinto creador".
Esta idea, si bien representa un adelanto sobre las otras, tiene un punto débil. Si su "naturaleza interna o instinto creador" lo impulsara a hacer algo, entonces la naturaleza interna o instinto creador sería el Absoluto, en vez del TODO, y de ahí que la proposición falle por su misma base. Sin embargo, el TODO crea y se manifiesta y parece encontrar cierta satisfacción al hacerlo. Y es muy difícil escapar a la conclusión de que en algún grado infinito tendría que tener algo que correspondiera a una naturaleza interna o instinto creador en el hombre, con un Deseo y Voluntad correspondientemente infinito. No podría obrar si no quisiera hacerlo, y no podría hacerlo a menos que lo deseara, y no lo desearía si no obtuviera con ello alguna satisfacción. Y todas estas cosas pertenecerían a una naturaleza interna, y podría postularse su existencia de acuerdo con la Ley de Correspondencia, tanto interna como externa. Este es el problema que yace en la raíz misma de la dificultad y la dificultad que se encuentra en la misma raíz del problema.

Estrictamente hablando, no puede decirse que haya ninguna "razón" para obrar, porque una razón implica una causa, y el TODO está por encima de la causa y del efecto, salvo cuando su voluntad misma se convierta en una causa, en cuyo momento el principio se pone en movimiento. De manera, pues, que no puede pensarse en el mismo asunto, porque como el mismo TODO, es incognoscible. Así como nos vemos obligados a decir simplemente: El TODO ES, así también sólo podemos decir que el TODO OBRA PORQUE OBRA. Y, en último término, el TODO es la razón en sí misma, y puede decirse en verdad que El es su propia razón, su propia ley, su propio acto, mejor aún: Que el TODO, su razón, su acto y su ley, son uno, siendo las palabras diferentes nombres de la misma cosa. En opinión de los que esto escriben, la respuesta se halla encerrada en el íntimo ser del TODO, en su ser secreto. La Ley de Correspondencia, en nuestra opinión, sólo llega al aspecto del TODO que denominamos el aspecto de devenir o de estado. Tras ese aspecto está el de ser, en el cual todas las leyes se pierden en la Ley, todos los principios en el Principio y el TODO, el Principio y el Ser, son idénticos, uno y lo mismo. Por consiguiente, toda especulación metafísica sobre el punto es fútil. Si nos ocupamos aquí de la cuestión es sólo para mostrar que, si bien reconocemos el hecho, reconocemos también lo absurdo de las respuestas dadas por metafísicos y teólogos.

En conclusión, podrá ser de interés para los estudiantes saber que, en tanto que algunos de los antiguos y modernos instructores herméticos se inclinan más bien a aplicar el Principio de Correspondencia a la cuestión, que da por resultado la "naturaleza interna", la leyenda dice que Hermes el Grande, cuando le fue formulada esa pregunta por alguno de sus más avanzados estudiantes, contestó apretando los labios fuertemente y no diciendo una palabra, como si indicase que no había respuesta. Pero también puede ser que quisiera aplicar el axioma de esta filosofía que dice que "los labios de la Sabiduría permanecen cerrados, excepto para los oídos del entendimiento'", en la creencia de que aun sus más aventajados discípulos no poseían la comprensión necesaria que dos calificara para esa enseñanza. De cualquier manera, si Hermes poseyó el Secreto no lo comunicó, y por lo menos en lo que al mundo concierne, los labios de Hermes están cerrados al respecto. Y si Hermes el Grande vaciló en hablar, ¿quién sería el osado mortal que tratara de enseñarlo?
Pero recordémoslo, cualquiera que sea la respuesta de este problema, si es que hay alguna, la verdad es que:
"Si bien es cierto que todo está en el TODO, no lo es menos que el TODO está en todas las cosas". La proposición en este punto es enfática. Y, para terminar, repetiremos las palabras de la cita: "El que comprenda esto debidamente, ha adquirido gran conocimiento".

Capítulo VIII

LOS PLANOS DE CORRESPONDENCIA


"Como arriba es abajo; como abajo es arriba".
EL KYBALION

El segundo gran principio hermético encierra la verdad de que existe entre los diversos planos de manifestación de la vida y del ser una armonía, concordancia y correspondencia. Esta verdad lo es porque todo cuanto hay en el Universo emanó de la misma fuente, y las mismas leyes, principios y características se aplican a cada unidad o combinación de unidades de actividad, conforme cada una manifiesta su propio fenómeno en su propio plano.
Para facilitar la meditación y el estudio, la Filosofía Hermética considera que el Universo puede dividirse en tres grandes clases de fenómenos, conocidas como los Tres Grandes Planos:

1. El Plano Físico
2. El Plano Mental
3. El Plano Espiritual


Estas divisiones son más o menos artificiales y arbitrarias, porque la verdad es que las tres divisiones no son más que grados ascendentes en la gran escala de la vida, siendo el punto más bajo la materia indiferenciada, y el más elevado el del Espíritu. Y, además, los diferentes planos se esfuman unos en otros, de manera que no puede establecerse una división firme y nítida entre la parte superior del Plano Físico y la inferior del Mental.
En una palabra, los tres grandes planos pueden ser considerados como tres grandes grupos de grados de vida en manifestación. Y aunque el propósito de este libro no nos permite entrar en una explicación extensa de los mismos, daremos una descripción general de ellos.

Para principiar, podemos considerar la pregunta tan a menudo formulada por el neófito, que desea saber lo que significa realmente la palabra "Plano", término que se usa liberalmente, y que apenas ha sido explicado, en muchas obras de ocultismo. La pregunta se formula generalmente así: "¿Un plano es un lugar que tiene dimensiones, o no es más que una condición o estado?". Y podemos contestar: "No, no es un lugar ni una dimensión ordinaria del espacio; pero, sin embargo, es más que un estado o condición". Puede ser considerado como un estado o condición, pero, no obstante, el estado o condición es un grado dimensional, es una escala, y está Sujeto a medida. Parecerá esto quizás una paradoja, pero examinemos el punto. Una "dimensión" es una medida en línea recta, relacionada con una medida base, etc. Las dimensiones ordinarias del espacio son longitud o largo, latitud o ancho, y grosor o altura. Sin embargo, existe otra dimensión de las cosas creadas, o medida en línea recta, conocida por los ocultistas y también por los hombres de ciencia, aunque estos últimos no le hayan dado todavía el nombre de dimensión. Esta nueva dimensión, que por el momento es la base de muchas especulaciones bajo el nombre de Cuarta Dimensión, es el tipo usado para determinar los "grados" o planos.
Esta cuarta dimensión puede ser denominada la de la "Vibración". Es un hecho bien conocido por la ciencia moderna, así como por los hermetistas, quienes han encerrado esa verdad en su tercer principio, que "todo está en movimiento, todo vibra, nada está en reposo"; Desde la más elevada manifestación hasta la más baja, todas las cosas vibran. Y no solamente vibran con diferente intensidad, sino en diferentes direcciones y de diferente manera; Los grados de "intensidad" vibratoria constituyen los grados para medir en la escala de las vibraciones, o sea los grados de la Cuarta Dimensión. Todos estos grados forman lo que los ocultistas llaman "planos":
cuanto más elevado es el grado de vibración, tanto más elevado es el plano. De manera, pues, que aunque un plano no es un lugar, ni un estado o condición, posee, sin embargo, cualidades comunes a ambos. Algo más tendremos que decir sobre las vibraciones en los próximas capítulos, en los que estudiaremos el principio hermético de Vibración.

Se recordará, no obstante, que los tres grandes planos no son divisiones actuales y reales de los fenómenos del Universo, sino simples medios arbitrarios empleados por los herméticos para ayudar al pensamiento y al estudio de los diversos grados y formas de la actividad y de la vida universales. El átomo de la materia, la unidad de fuerza, la mente del hombre y el ser del arcángel, no son más que grados de una sola y misma escala, y todos son fundamentalmente los mismos, siendo la diferencia sólo cuestión de grado y de intensidad vibratoria: todos son creaciones del TODO, y tienen su existencia dentro de su Mente Infinita.
Los herméticos subdividen cada uno de esos tres grandes planos en siete planos menores, y cada uno de estos en siete subplanos, siendo estas divisiones más o menos arbitrarias, esfumándose unas en otras, pero han sido adoptadas por conveniencias del estudio científico.

El Gran Plano Físico y sus siete planos menores es la división que comprende todos los fenómenos del universo que se refieren a las cosas, fuerzas y manifestaciones físicas. Incluye todas las formas de lo que conocemos como materia, y todas las formas de lo que llamamos energía o fuerza. Pero se debe recordar que la Filosofía Hermética no reconoce la materia como una cosa en sí misma, o como si tuviera una existencia separada de la mente del TODO. La proposición es que la materia no es más que una forma de energía, esto es, energía de una intensidad vibratoria inferior de cierta clase. Y de acuerdo con ello, los herméticos clasifican la materia bajo el título de energía, y le adjudican tres de los siete planos menores del Gran Plano Físico.
Dichas siete divisiones menores son las siguientes:

1. El Plano de Materia (A)
2. El Plano de Materia (B)
3. El Plano de Materia (C)
4. El Plano de Substancia Etérica
5. El Plano de Energía (A)
6. El Plano de Energía (B)
7. El Plano de Energía (C)


El Plano de Materia A comprende las formas materiales sólidas, líquidas y gases, tal como lo reconocen generalmente las obras de texto físicas. El Plano de María B comprende ciertas formas más elevadas y sutiles de la existencia que la ciencia recién comienza a conocer: los fenómenos de la materia radiante, bajo sus fases de radium, etc., que pertenecen a la subdivisión más inferior de este plano menor. El Plano de la Materia C comprende formas de la materia más sutil y tenue, cuya existencia ni siquiera sospechan los hombres de ciencia actuales. El Plano de la Substancia Etérea comprende lo que la ciencia denomina "éter", substancia de tenuidad extrema y de prodigiosa elasticidad, que compenetra todo el Espacio Universal y que obra como médium para la transmisión de ondas de energía tales como la luz, el calor, la electricidad, etc. Esta substancia etérica es el eslabón de unión entre la llamada materia y la energía, participando de la naturaleza de ambas. La doctrina hermética dice que ese plano tiene siete subdivisiones (como las tienen los demás planos menores) y que, en realidad, hay siete éteres en vez de uno.
Inmediatamente después viene el Plano de la Energía A, que comprende las formas de energía que la ciencia conoce corrientemente, siendo sus siete subdivisiones respectivamente: Calor, Luz, Magnetismo, Electricidad, Atracción (gravitación, cohesión, afinidad química, etc.) y otras varias formas de fuerza que revelan los experimentos científicos, pero que aún no han sido denominadas o clasificadas. El Plano de la Energía B comprende siete subdivisiones de las más elevadas modalidades de energía, que aún no ha descubierto la ciencia, pero que han sido llamadas "Las Fuerzas Sutiles de la Naturaleza", cuya manifestación se provoca mediante ciertos fenómenos mentales cuyos fenómenos son posibles merced a ellas. El Plano de la Energía C comprende siete subdivisiones de energía tan elevadamente organizada que tiene muchas de las características de la vida, pero no son reconocidas por el hombre en el actual estado de desarrollo, siendo utilizables solamente para los seres del Planeta Espiritual. Esa energía es inconcebible y puede ser considerada casi como "poder divino". Los seres que la emplean son como dioses, aun comparándolos con el tipo humano más elevado que conozcamos.
El Gran Plano Mental comprende esas formas de cosas vivientes que conocemos en la vida ordinaria, así como otras formas no tan bien conocidas, salvo por los ocultistas.

La clasificación de los siete planos mentales menores no es muy satisfactoria sino más bien arbitraria (salvo que se acompañara por complicadas explicaciones que son ajenas al propósito de este libro), pero la mencionaremos.

1.El Plano de la Mente Mineral
2.El Plano de la Mente Elemental A
3.El Plano de la Mente Vegetal
4.El Plano de la Mente Elemental B
5.El Plano de la Mente Animal
6.El Plano de la Mente Elemental C
7.El Plano de la Mente Humana


El Plano de la Mente Mineral comprende los estados o condiciones de las unidades o entidades, o grupos y combinaciones de las mismas, que animan las formas conocidas bajo el nombre de minerales, substancias químicas, etc. Estas entidades no deben ser confundidas con las moléculas, átomos y corpúsculos, siendo estos últimos sólo el cuerpo material de dichas entidades, así como el cuerpo del hombre no es más que su forma material y no él mismo. A esas entidades se las puede llamar "almas" en cierto sentido, y son seres vivientes de escaso grado de desarrollo, vida y mentalidad, apenas un poco más que las unidades de "energía viviente" que comprenden las subdivisiones superiores del más elevado plano físico. El hombre corriente no suele atribuir mente, alma o vida al reino mineral, pero todos los ocultistas reconocen la existencia de la misma y la ciencia moderna se está encaminando rápidamente hacia este punto de vista. Las moléculas, átomos y corpúsculos tienen sus "odios y amores", gustos y desagrados, atracciones y repulsiones, afinidades y desafinidades, etc., y algunos hombres de ciencia han expresado la opinión de que el deseo y la voluntad, las emociones y sentimientos de los átomos sólo difieren en grado de los del hombre. No tenemos espacio para discutir el asunto aquí. Todos los ocultistas saben que es un hecho, y otros se refieren a los descubrimientos científicos más recientes para que se vea su corroboración. Este plano tiene las siete subdivisiones habituales.

El plano de la Mente Elemental A comprende el estado o condición y grado de desarrollo mental y vital de una clase de entidades desconocidas para el hombre corriente, pero que el ocultista conoce. Son invisibles para los sentidos ordinarios del hombre, pero, no obstante, existen y desempeñan su papel en el Drama del Universo. Su grado de inteligencia es intermedio entre las entidades minerales y químicas por una parte y las entidades del reino animal por la otra. Hay siete subdivisiones en este plano también.
El Plano de la Mente Vegetal y sus siete subdivisiones comprende los estados o condiciones de las entidades que encierra el mundo vegetal, los fenómenos mentales y vitales que se conocen corrientemente. Muchas e interesantes obras científicas se han escrito últimamente sobre la mente y la vida en las plantas. Los vegetales tienen vida, mente y alma, tanto como los animales, el hombre y el superhombre.
El Plano de la Mente Elemental B y sus siete subdivisiones comprende los estados y condiciones de una forma de elementales o entidades invisibles, que hacen su obra en el Universo, cuya mente y vitalidad forma parte de la escala entre el Plano de la Mente Vegetal y el Plano de la Mente Animal, participando dichas entidades de la naturaleza de ambos.
El Plano de la Mente Animal y sus siete subdivisiones comprende los estados y condiciones de las entidades, seres o almas, que animan los cuerpos vivientes de los animales y que son familiares a todos. No es necesario entrar en detalles concernientes a este reino o plano de vida, porque el mundo animal nos es tan familiar como el nuestro propio.

El Plano de la Mente Elemental C y sus siete subdivisiones comprende las entidades o seres invisibles, que participan de la naturaleza de la vida animal y humana, en determinado grado y combinación. Los elementos pertenecientes a este plano y que están en el grado más elevado del mismo, son semihumanos en inteligencia.
El Plano de la Mente Humana y sus siete subdivisiones comprende las manifestaciones de la vida y mentalidad que son comunes al hombre en sus varios grados y divisiones. En este punto debemos indicar el hecho de que el hombre corriente actual ocupa la cuarta subdivisión del Plano de la Mente Humana, y sólo los más inteligentes han cruzado los límites de la quinta subdivisión. Millones de años ha empleado la raza para alcanzar este estadio, y tardará muchos años más en llegar a las subdivisiones sexta y séptima. Pero debemos recordar que ha habido razas anteriores a la nuestra que han pasado por esos grados y después más allá de ellos. Nuestra propia raza es la quinta (con más los rezagados de la cuarta) que huella el Sendero. En ella ha habido unas cuantas almas avanzadas que han sobrepasado a la masa y han llegado a la sexta y hasta la séptima subdivisión, y algunos un poco más allá todavía. El hombre de la sexta subdivisión será el superhombre, y el de la séptima el ultrahombre.
Al considerar los siete planos mentales menores nos hemos referido a los tres planos elementales en un sentido general. No deseamos entrar en mayores detalles en esta obra, porque el asunto no pertenece a esta parte de la filosofía y enseñanzas generales. Pero hemos dicho esto para dar una idea un poco más clara de las relaciones de estos planos con los que nos son más familiares. Los Planos Elementales guardan la misma relación en mentalidad y vitalidad con los Planos Mineral, Vegetal, Animal y Humano, que las teclas negras de un piano con las blancas. Las teclas blancas bastan para producir música, pero hay ciertas escalas, melodías y armonías en las que las teclas negras desempeñan su parte, siendo necesaria su presencia. Son también necesarias como eslabones de unión en las condiciones anímicas, o estados de ser diversos, entre los demás planos, alcanzándose así ciertas formas de desenvolvimiento. Y este hecho dará al lector que pueda leer entre líneas, una luz nueva sobre el proceso de la evolución, una nueva clave para la secreta puerta de la vida que se oculta entre reino y reino. Todos los ocultistas conocen perfectamente esos grandes reinos de Elementales, y las obras esotéricas están llenas de alusiones a los mismos.

Los que hayan leído Zanoní, de Bulwer Lytton, y otras leyendas similares, reconocerán a esas entidades pertenecientes a los mencionados planos de la vida.
Pasando del Gran Plano Mental al Gran Plano Espiritual, ¿qué es lo que podríamos decir?, ¿cómo podríamos explicar esos elevados estados del ser, de la vida y de la mentalidad a mentes que son todavía incapaces de comprender las subdivisiones más elevadas del Plano de la Mente Humana? Esa tarea es imposible. Sólo podemos hablar en los términos más generales. ¿Cómo podría describirse la luz a un hombre que haya nacido ciego?, ¿Cómo explicar el azúcar a quien nunca ha probado algo dulce?, ¿Cómo hablar de armonía a un sordo?
Todo lo que podemos decir es que los siete planos menores del Gran Plano Espiritual (cada uno de los cuales tiene las usuales siete subdivisiones), comprenden seres tan superiores al hombre actual como este último es superior al gusano o quizás a formas aun inferiores. La vida de esos seres trasciende tanto a la nuestra que ni siquiera podemos pensar en los detalles de las mismas. Su mente es tan elevada que, por ellos, nosotros apenas si pensamos, y nuestros procesos mentales les parecen puros procesos materiales. La materia que forma sus cuerpos es del plano más elevado, y algunos se dice que están envueltos por pura energía. ¿Qué es lo que podría decirse sobre tales seres?

En los siete planos menores del Gran Plano Espiritual existen seres de quienes hablamos como Ángeles, Arcángeles, o semidioses. En los planos menores inferiores viven aquellos a quienes damos el nombre de Maestros y Adeptos. Sobre ellos están las grandes jerarquías de huestes angélicas, inconcebibles para el hombre, y sobre ellas están los que sin irreverencia alguna podrían llamarse dioses, pues su grado de elevación en la escala es tan alto, tan grande su poder e inteligencia, que sobrepasan todas las concepciones que el hombre se ha formado sobre la Deidad. Esos hombres están más allá de todo cuanto se pueda imaginar, siendo la palabra "Divino" la única que se les podría aplicar. Muchos de esos seres, incluso las huestes angélicas, tienen sumo interés por las cosas del Universo y desempeñan un papel importantísimo en sus procesos. Esas invisibles divinidades y auxiliares angélicas ejercen su influencia libremente y poderosamente en la obra de la evolución y del progreso económico. Su intervención ocasional y auxilio directo en los asuntos humanos han dado origen a muchas leyendas, creencias, religiones y tradiciones de las razas pasadas y actuales. Han superimpuesto su conocimiento y poder sobre el mundo una y otra vez, todo bajo la Ley del TODO, por supuesto.
Pero sin embargo, aun esos elevadísimos seres existen meramente como creaciones de la mente del TODO y están sujetos a procesos cósmicos y a las leyes universales. Son todavía mortales. Podemos llamarlos "dioses" si nos agrada, pero no son más que nuestros hermanos mayores: las almas avanzadas que han sobrepasado a sus compañeros y que han renunciado temporalmente al éxtasis de la absorción en el TODO, para poder ayudar a la raza en su ascendente jornada en el Sendero. Pero pertenecen al Universo y están sujetos a sus condiciones; son mortales y su plano es inferior al del Espíritu Absoluto.

Sólo los herméticos más avanzados son capaces de comprender las enseñanzas secretas concernientes al estado de existencia y a los poderes manifestados en los planos espirituales. El fenómeno es tan superior al que se produce en los Planos Mentales que cualquier intento de descripción sólo serviría para producir una gran confusión de ideas. Únicamente aquellos cuya mentalidad ha sido cuidadosamente educada en la Filosofía Hermética durante años enteros, y los que han traído consigo, de encarnaciones anteriores, el conocimiento adquirido previamente, pueden comprender adecuadamente lo que significan las enseñanzas referentes a los planos espirituales. Y muchas de ellas las guardan celosamente los herméticos por considerarlas demasiado sagradas, importantes y hasta peligrosas, como para divulgarlas públicamente. El estudiante inteligente comprenderá lo que esto significa si dijéramos que el significado de la palabra "Espíritu", tal como la usan los herméticos, es sinónimo de "poder viviente", de fuerza animada, de esencia interna o vital, etc., significación que no debe confundirse con la que generalmente se atribuye al término en cuestión: "religioso, eclesiástico, espiritual, etéreo, santo, etc.". El ocultista emplea la palabra Espíritu en el sentido de "principio animador", lo que lleva consigo la idea de poder, de energía viviente, de fuerza mística, etc. El ocultismo sabe muy bien que lo que él conoce como poder espiritual puede ser empleado con fines buenos o malos (de acuerdo con el principio de polaridad), hecho que ha sido reconocido por la mayoría de las religiones en sus concepciones de Satanás, Belzebú, el Diablo, Lucifer, Ángeles caídos, etc. Y por esta razón el conocimiento referente a esos planos ha sido mantenido en el secreto, en el Santuario de los Santuarios de todas las fraternidades esotéricas y órdenes ocultas. Ha sido guardado en la más secreta cámara del Templo. Pero, y esto sí podemos decirlo, los que han alcanzado grandes poderes espirituales y los han empleado mal se han creado un Destino terrible, y la oscilación del péndulo del Ritmo inevitablemente los llevará al otro extremo de la existencia material, desde cuyo punto tendrán que volver nuevamente a hacer el mismo camino a lo largo de las múltiples espirales del Sendero, pero siempre tendrán como castigo el recuerdo vibrante de las cumbres donde cayeron debido a su mal obrar. Las leyendas sobre los ángeles caídos tienen una base real, como saben todos los ocultistas. La lucha interesada por el poder en los planos espirituales inevitablemente produce que el alma egoísta pierda su equilibrio espiritual y caiga tan abajo como había ascendido. Pero, aun a estas almas, se les presenta la oportunidad de volver sobre sus pasos, y hacen la jornada de vuelta pagando la tremenda penalidad, de acuerdo con la invariable Ley.

Para concluir, recordaremos que, de acuerdo con el Principio de Correspondencia que encierra la verdad de que "como arriba es abajo, como abajo es arriba", todos los siete principios herméticos están en plena operación en los diversos planos, físico, mental y espiritual. El Principio de la Substancia Mental se aplica, por supuesto, a todos los planos, porque todos están en la mente del TODO.
El Principio de Correspondencia se manifiesta en todos, porque existe analogía, acuerdo, correspondencia y concordancia entre los varios planos. El Principio de Vibración se manifiesta también en todos los planos, pues las diferenciales que los dividen son consecuencia de la vibración, como ya hemos explicado. El Principio de Polaridad se manifiesta en cada plano, siendo los extremos o polos aparentemente opuestos y contradictorios. El Principio del Ritmo se manifiesta en cada plano, con su flujo y reflujo, ascenso y descenso, ingreso y egreso. El Principio de Causa y Efecto se manifiesta en cada plano, teniendo todo efecto su causa y toda causa su efecto. El Principio de Género se manifiesta en cada plano, estando siempre expresada la energía creadora y operando mediante los aspectos masculino y femenino.
"Como arriba es abajo, como abajo es arriba". Los milenarios axiomas herméticos encierran los grandes principios de los fenómenos Universales. Conforme vayamos considerando los restantes principios, veremos cada vez más clara la verdad de la naturaleza Universal de este gran Principio de Correspondencia.

30/8/07

EL KYBALION - PARTE III


Capítulo III

TRANSMUTACIÓN MENTAL

"La mente, así como todos los metales y demás elementos, pueden ser transmutados, de estado en estado, de grado en grado, de condición en condición, de polo a polo, de vibración en vibración. La verdadera transmutación hermética es una práctica, un método, un arte mental".
EL KYBALION

Como indicarnos anteriormente, los hermetistas fueron los verdaderos creadores de la alquimia, de la astrología y de la psicología, habiendo sido Hermes el fundador de esas escuelas de pensamiento. De la astrología ha derivado la astronomía moderna; de la alquimia ha surgido la química y de la psicología mística la psicología moderna. Mas no debe suponerse que los antiguos fueran unos ignorantes respecto a lo que las escuelas modernas creen de su exclusiva propiedad. Las inscripciones grabadas en las piedras y monumentos de Egipto prueban concluyentemente que los antiguos poseían el más perfecto conocimiento acerca de la astronomía, mostrando la construcción de las mismas pirámides una relación estrechísima entre sus designios y su conocimiento de la ciencia astronómica. Tampoco debe suponerse que ignoran la química, pues los fragmentos de antiguas escrituras descubiertas muestran que estaban muy familiarizados con las propiedades químicas de los cuerpos. En una palabra, sus teorías respecto a la física han sido posteriormente verificadas y confirmadas por los últimos descubrimientos de la ciencia moderna, sobre todo en lo que se refiere a la constitución de la materia. Lejos de ignorar los llamados modernos descubrimientos psicológicos, los egipcios estaban muy al corriente de todo ello, especialmente en ciertas ramas que ignoran completamente las escuelas modernas, y sobre todo en "ciencia psíquica", la que tanto está confundiendo a los psicólogos de hoy en día, y haciéndoles confesar al fin que, "después de todo, bien puede haber algo de cierto en ello".

Lo cierto es que, además de la química, astronomía y psicología (esto es, la psicología en su aspecto de función cerebral), los antiguos poseían un conocimiento trascendental de la astronomía que se llamó alquimia y de psicología trascendental titulada psicología mística. Y no solamente poseían este conocimiento interno, sino también el externo, siendo este último el único que conocen los hombres de ciencia modernos. Entre los muchos aspectos y tópicos de conocimientos secretos de los hermetistas se encuentra lo que se conoce como "transmutación mental", de la que vamos a tratar en este capítulo.

“TRANSMUTACIÓN" es el término generalmente empleado para designar el antiguo arte de transmutar los metales, especialmente los de poco valor, en oro. La palabra "transmutar" significa "cambiar de naturaleza, de substancia y de forma, convirtiéndose en otra; transformarse en otra cosa" (Webster). Y de acuerdo con esa definición, "TRANSMUTACIÓN MENTAL" significa el arte de transformar o cambiar los estados, cualidades, formas, condiciones mentales, etc., en otros. Así que podéis ver que la transmutación mental no es otra cosa que una especie de química mental; y si preferís el término, una forma especial práctica de psicología mística.
Mas esto tiene un significado muchísimo mayor de lo que parece a simple vista. La transmutación alquímica en el plano mental es tan importante en sus efectos que, de ser conocida, sería uno de los estudios más importantes para el hombre. Y esto no es más que el principio. Veamos por qué.
El primero de los siete principios herméticos es el de mentalismo, que afirma que "el TODO es mente, que el universo es mental", lo que significa que la única realidad que se oculta tras todo cuanto existe es mente; y el universo en sí mismo es una creación mental, esto es, existe en la mente del TODO. Consideraremos este principio en las sucesivas lecciones, pues ahora vamos a estudiar sus efectos, suponiendo que dicho principio fuera cierto.

Si el universo es de naturaleza mental, entonces la transmutación mental debe ser el arte de cambiar o transformar las condiciones del universo, trátese de la materia, de la energía o de la mente. Así que esa transmutación, no es otra cosa que la magia, de la que tanto han hablado los escritores antiguos en sus obras místicas, pero acerca de la cual daban tan pocas instrucciones prácticas. Si todo es mental, entonces la posesión del medio que permita transmutar las condiciones mentales debe hacer del Maestro el dirigente y controlador de las condiciones materiales, así como de las operaciones llamadas mentales.
Es muy cierto que nadie, excepto los alquimistas mentalistas más avanzados, han alcanzado el grado de poder necesario para dominar las condiciones físicas más densas, tales como los elementos de la naturaleza, la producción y cesación de las tempestades, la producción y cesación de terremotos u otros fenómenos físicos de cualquier clase, pero que tales hombres existieron y que existen es una cosa que no duda ningún ocultista, sea de la escuela que fuere. Los mejores instructores aseguran a sus estudiantes que los Maestros existen, habiendo aquellos tenido algunas experiencias personales que justificaban su creencia. Estos Maestros no hacen exhibición pública de sus poderes, sino que, por el contrario, permanecen solitarios para poder así actuar y trabajar mejor en el sendero de la realización. Mencionamos aquí su existencia, meramente para llamar vuestra atención acerca de que sus poderes son enteramente mentales y que operan en el sentido de la más elevada transmutación mental, según el principio del mentalismo de "El Kybalión", que dice: "El Universo es una creación mental".

Mas los estudiantes y hermetistas de los grados inferiores al de Maestro —los iniciados e instructores— pueden también actuar y obrar libremente en el plano mental. Todo cuanto llamamos "fenómenos psíquicos", "influencia mental", "mentalismo", etc., son transmutación mental, pues existe un principio único, y nada importa el nombre que se dé a los fenómenos que se produzcan.
El que practica la transmutación mental trabaja en ese plano, transformando condiciones y estados mentales en otros, de acuerdo con fórmulas más o menos eficaces. Los varios "tratamientos", "afirmaciones", "autosugestiones", etc., de las escuelas mentalistas no son más que esas mismas fórmulas (muy a menudo imperfectas y empíricas), del arte hermético. La mayoría de los que las practican son unos ignorantes comparados con los antiguos Maestros, porque no poseen el conocimiento fundamental sobre la cual se basa esa operación.

No solamente los estados mentales de uno mismo pueden ser transmutados según los métodos herméticos, sino que también puede hacerse esto con la mentalidad de los demás y, efectivamente, todos sufrimos transformaciones mentales de cualquier índole, inconscientemente, por lo general, pero a veces conscientemente, cuando comprendemos algo acerca de las leyes y los principios que los rigen, y sobre todo cuando los demás ignoran los medios de protegerse a sí mismos. Muchos estudiantes de mentalismo saben que las condiciones materiales dependen de las mentes de los demás, y pueden ser transmutadas y cambiadas de acuerdo con los deseos de la persona que quiere modificar sus condiciones de vida. Se ha hecho esto tan público hoy en día, que no creemos necesario mencionarlo en detalle, siendo nuestro propósito únicamente el de mostrar la acción de este principio hermético que se oculta tras todas esas varias formas de operar, buenas o malas, porque la fuerza puede ser empleada en ambas direcciones, de acuerdo con el principio hermético de polaridad.
En esta obrita indicaremos los principios básicos en los que se funda la transmutación mental, de tal manera que todos los que la estudien puedan comprender las leyes a que obedecen, y poseyendo así la clave maestra sean capaces de abrir las muchas puertas del principio de polaridad.
Ahora procederemos a considerar el primero de los siete principios herméticos, el de mentalismo, en el que se explica y desarrolla el axioma de que el TODO es mental, de que el universo es una creación mental, según las palabras de "El Kybalión".
Ese principio debe estudiarse cuidadosamente, porque él es, en realidad, la base de toda la Filosofía Hermética y del arte hermético de transmutación mental.

Capítulo IV

EL TODO


"Más allá del Kosmos, del Tiempo, del Espacio, de todo cuanto se mueve y cambia, se encuentra la Realidad Sustancial, la Verdad Fundamental".
EL KYBALIÓN

"Substancia" significa lo que yace oculto bajo toda manifestación externa, la realidad esencial, la cosa en sí misma. "Substancial" significa actualmente existente, el elemento esencial, el ser real. "Realidad" significa el estado del ser verdadero, real, eterno, permanente, fijo.

Más allá de toda apariencia externa o manifestación debe haber siempre una realidad substancial. Esta es la ley. El hombre, al considerar y examinar el universo, del cual es una unidad, no ve otra cosa que un cambio continuo en la materia, en las fuerzas, en los estados mentales. Ve que nada es realmente, que todo se transforma y cambia. Nada permanece: todo nace, crece, muere; tan pronto como una cosa ha adquirido su máximum de desarrollo empieza a declinar; la ley del ritmo está en constante operación; no hay realidades, nada es firme, nada duradero, fijo o substancial, nada permanente; todo es cambio. Todas las cosas surgen y evolucionan de otras cosas. Hay una acción continua que es seguida siempre de su reacción correspondiente; todo fluye y refluye, todo se construye y derrumba, todo es creación y destrucción, vida y muerte. Y si el hombre que tal examen hace y tales cosas ve fuera un pensador, comprendería que todas esas cosas en perpetuo cambio no pueden ser sino simples apariencias externas o manifestaciones de algún poder que se oculta tras ellas, de alguna realidad substancial encerrada en las mismas.
Todos los pensadores, de cualquier país o época, se han visto obligados a afirmar la existencia de esta realidad substancial. Todas las filosofías, cualquiera que haya sido su nombre, se han basado en esta idea. Los hombres han dado a esta realidad substancial muchos nombres: algunos la han denominado "Dios", otros "Divinidad Infinita" y "Eterna Energía", "Materia", etc., pero todos han reconocido su existencia. Es evidente por sí misma. No necesita argumentos.
En estas lecciones hemos seguido el ejemplo de algunos de los más grandes pensadores del mundo, antiguos y modernos —los Maestros Herméticos— y hemos denominado a ese poder que se oculta tras todas las manifestaciones, a esa realidad substancial, por su nombre hermético de el TODO, cuyo término nos parece es el más amplio de los que puede emplear el hombre.
Aceptamos y enseñamos las teorías de los grandes pensadores herméticos, como también las de esas almas iluminadas que han ascendido a planos superiores de existencia. Unos y otros afirman que la naturaleza íntima del TODO es incognoscible. Y esto debe ser así efectivamente, pues nadie, excepto el TODO mismo, puede comprender su propia naturaleza y su propio ser.

Los hermetistas creen y enseñan que el TODO en sí mismo es y debe ser incognoscible. Consideran las teorías y especulaciones de los teólogos y metafísicos respecto a la naturaleza íntima del TODO como esfuerzos infantiles de mentes mortales para sorprender el secreto del Infinito. Todos esos esfuerzos han fracasado siempre, y seguirán fracasando, debido a la naturaleza misma de la tarea. El que especula sobre ello se encuentra perdido en un laberinto de pensamientos sin salida, y si persiste en su intento acaba por perder toda capacidad para razonar sanamente, hasta llegar a serle imposible la vida. Se encontraría en una situación parecida a la de la ardilla, que en la jaula se pone a girar y girar en su rueda, sin moverse del mismo sitio, continuando tan prisionera como antes de haber comenzado.
Y aun mucho más presuntuosos son esos que tratan de atribuir al TODO la personalidad, cualidades, propiedades, características y atributos de ellos mismos, como si el TODO tuviera las emociones, sentimientos y características de los humanos. Y llegan hasta atribuirle malas cualidades, como los celos, la susceptibilidad a la alabanza y a la oración, el deseo de que se le ofrende y se le adore y todas esas otras cosas que nos han legado como herencia de los primeros días de la infancia de la humanidad. Tales ideas no le sirven para nada al hombre desarrollado y acaba por dejarlas a un lado.

Creemos deber indicar que hacemos una distinción entre la filosofía y la metafísica. Religión significa para nosotros la realización intuitiva de la existencia del TODO y de la relación entre uno mismo y EL, mientras que la teología significa para nosotros el esfuerzo o los esfuerzos que hace el hombre para atribuirle las propias cualidades, personalidad, características, etc., así como sus teorías, proyectos, deseos y designios, asumiendo el papel de intermediario entre el TODO y el pueblo. La filosofía significa para nosotros la especulación que tiende a comprender las cosas cognoscibles y pensables (permítasenos la palabra), en tanto que la metafísica indica la tentativa de inquirir entre las nebulosidades de las regiones de lo incognoscible y de lo impensable, la que, al fin y al cabo, tiene la misma tendencia que la teología. Consecuentemente, la religión y la filosofía significan para nosotros cosas que tienen realidad por sí mismas, en tanto que la teología y la metafísica son algo así como senderos tortuosos y laberínticos, por los que circula la ignorancia, y forman la base más insegura e inestable sobre la que pueda apoyarse la mente o el alma del hombre. No insistiremos para que aceptéis estas definiciones; las mencionamos con el único objeto de deslindar nuestra posición. De todas maneras, muy poco hablaremos en estas lecciones, de teología y metafísica.
Si bien es cierto que la naturaleza esencial del TODO es incognoscible, hay, sin embargo, ciertas verdades relacionadas con su existencia, que la mente humana se ve obligada a aceptar. El examen de estas constituye un asunto apropiado para la investigación, particularmente por lo que se refiere a lo que el Iluminado nos transmite de sus impresiones en los más elevados planos de existencia.
Y a esta investigación os invitamos ahora.

"Lo que constituye la Verdad fundamental, la Realidad substancial, está más allá de toda denominación pero el sabio lo llama el TODO".
EL KYBALION

"En su esencia, el TODO es incognoscible".
EL KYBALION

"Mas el dictamen de la razón debe ser recibido hospitalariamente, y tratado con respeto".
EL KYBALION

La razón humana, cuyo dictamen debemos aceptar tanto como lo juzguemos conveniente, nos dice respecto del TODO, sin pretender desgarrar el velo de lo incognoscible:

1. El TODO debe ser todo lo que realmente es. Nada puede existir fuera del TODO, o, de lo contrario, el TODO no sería tal.

2. El TODO debe ser infinito, porque nada puede existir que defina, limite o ponga restricciones al TODO. Debe ser infinito en Tiempo, o Eterno, debe haber existido siempre, continuamente, pues nada puede haberlo creado jamás, y algo no puede nunca surgir de nada, y si alguna vez no hubiera sido, aunque sólo fuera un instante, no podría "ser". Debe existir por siempre, porque nada hay que pueda destruirlo, y jamás puede dejar de ser ni aun por un solo momento, porque algo nunca puede convertirse en nada. Debe ser infinito en el Espacio, debe encontrarse en todas partes, porque nada existe, ni hay sitio alguno que esté más allá del TODO. No puede ser de otra manera, sino continuo y omnipresente en el espacio, sin cesación, separación o interrupción, porque no hay nada en Él que pueda interrumpirse, separarse o cesar en su absoluta continuidad, y nada existe tampoco que pueda "llenar las grietas". Debe ser infinito en Poder, o Absoluto, porque nada hay que pueda limitarlo, restringirlo, confinarlo u obstaculizarlo. No está sujeto a ningún poder, porque no hay otro que el Suyo.

3. El TODO debe ser inmutable, esto es, no sujeto a cambio en su naturaleza real, porque nada existe que pueda obligarlo a cambiar, ni nada de lo que pueda haberse transformado. No puede ser aumentado ni disminuido, ni ser mayor o menor, bajo ningún aspecto. Debe haber "sido" siempre, y debe seguir "siendo" siempre también, idéntico a lo que es ahora: el TODO. Nunca ha habido, ni hay, ni habrá algo en lo que pueda transformarse o cambiar.
Siendo el TODO Infinito, Absoluto, Eterno, Inmutable, debe deducirse que todo lo que es finito, mudable, transformable y condicionado, no puede ser el TODO. Y como nada existe fuera de Él en realidad, todo lo que sea finito debe ser nada realmente. No os vayáis a sorprender o asustar, porque no tratamos de embarcaros en Ciencia Cristiana, cubriendo estas enseñanzas bajo el título de Filosofía Hermética. Hay una reconciliación entre estos aparentemente contradictorios asuntos. Tened paciencia, que a todo llegaremos a su debido tiempo.

Vemos en torno de nosotros eso que se llama "materia", la que constituye las bases físicas de todas las formas. ¿Es el TODO materia simplemente? Absolutamente no. La materia no puede manifestar Vida o Mentalidad, y como la mente está manifestada en el universo, el TODO no puede ser materia, pues nada asciende más allá de su propia fuente, nada puede manifestarse en un efecto si no lo está también en la causa, nada puede evolucionar o emerger como consecuente si no está involucrado o involucionado como antecedente. Y además, la ciencia moderna nos dice que la materia no existe realmente, sino que es "energía o fuerza interrumpida", esto es, energía o fuerza en un grado menor de intensidad vibratoria. Como ha dicho recientemente un escritor, "la materia se sumerge en el Misterio". Aun la ciencia materialista ha abandonado la teoría de la materia y ahora descansa sobre la base de la "energía".
¿Es, pues, el TODO mera fuerza o energía? No. La fuerza, tal como la entienden los materialistas, es una cosa ciega, mecánica, carente de vida o mentalidad. La vida y la mente no puede nacer de ciega energía, por las razones dadas un momento ha: "NADA PUEDE SUBIR MÁS ALTO QUE SU PROPIA FUENTE, NADA EVOLUCIONA SI NO HA INVOLUCIONADO, NADA SE MANIFIESTA EN UN EFECTO SI NO ESTÁ EN LA CAUSA". Así que el TODO no puede ser mera fuerza o energía, porque si lo fuera no existiría eso que se llama mente y vida, y ambas sabemos que existen, porque nosotros estamos vivos y estamos empleando nuestra mente en considerar esta cuestión; y en iguales condiciones se encuentran los que afirman que la energía es todo.

¿Qué es lo que hay superior a la materia y a la energía, y que sepamos que existe en el Universo? ¡Vida y mente! ¡Vida y mente en todos sus diversos grados de desenvolvimiento! Entonces, preguntaréis: ¿Queréis significar que el TODO es vida y mente? Sí y no, es nuestra respuesta. Si entendéis por vida y mente lo que nosotros, pobres mortales, conocemos de ellas: ¡No, el Todo no es eso! Mas ¿qué clase de vida y mentalidad significáis?, preguntaréis.
La contestación es Mente viviente, tan amplia como nosotros podamos concebirla, puesto que la vida y la mente son muy superiores a la fuerza puramente mecánica o a la materia. Mente infinita y viviente, si se compara con la vida y la mentalidad finitas. Queremos indicar eso que quieren significar las almas iluminadas, cuando reverentemente pronuncian la palabra: ¡Espíritu!
El TODO es Mente viviente e infinita, los iluminados lo llaman Espíritu.

Capítulo V

EL UNIVERSO MENTAL


"El Universo es una creación mental sostenida en la mente del TODO".
EL KYBALION

El TODO es espíritu. Mas ¿qué es espíritu? Esa pregunta no puede ser contestada, puesto que definirla sería prácticamente definir al TODO, el cual no puede explicarse. El espíritu es simplemente el nombre que los hombres dan a la más elevada concepción de la infinita Mente Viviente; significa la "esencia real", tan superior a todo cuanto entendemos por mente y vida, como estas últimas a la energía y la materia. El espíritu está más allá de nuestra comprensión, y usamos dicho término en el mismo sentido y queriendo significar lo mismo que cuando hablamos del TODO. Para nuestro entendimiento podemos pensar del espíritu como de una Infinita Mente viviente, teniendo en cuenta, al mismo tiempo, que no podemos comprenderlo del todo. O hacemos esto, o nos vemos obligados a dejar de pensar.
Procederemos ahora a estudiar la naturaleza del Universo como un todo, y también en sus partes. ¿Qué es el Universo? Hemos visto ya que nada puede existir fuera del TODO; entonces ¿el Universo es el TODO? No, no puede serlo, porque el Universo parece estar hecho de muchas, de múltiples unidades, y está en continuo cambio; y, de todas maneras, no está de acuerdo con las ideas que nos hemos visto obligados a aceptar respecto del TODO, según ya indicamos en nuestra lección anterior. Entonces, si el Universo no es el TODO debe ser nada; tal es la inevitable consecuencia que se presenta en la mente aparentemente. Pero esto no satisface la pregunta, porque nosotros somos sensibles y sentimos la existencia del Universo. Y si el Universo es algo y no es el TODO, ¿qué puede ser? Examinemos la cuestión.

Si el Universo existe absolutamente, o por lo menos parece que existe, debe proceder en alguna forma del TODO, ser su creación. Pero como algo no puede venir de nada, ¿de qué pudo crearlo el TODO? Algunos filósofos han contestado a esta pregunta diciendo que el TODO creó el Universo de sí mismo, esto es, sacándolo de su propia substancia. Mas esta respuesta no sirve, puesto que el TODO no puede ser aumentado, ni disminuido, ni dividido, según hemos ya visto, y aunque así fuera no podría cada partícula del Universo estar segura de ser el TODO, puesto que este no puede perder el conocimiento de sí mismo, ni convertirse en un átomo o fuerza ciega o un ser viviente inferior. Algunos, habiendo realizado que el TODO es todo, y reconociendo que ellos existían, han llegado a la extraordinaria conclusión de que ellos y el TODO eran idénticos, y han llenado el aire con sus gritos de "Yo soy Dios", sirviendo de solaz a las multitudes y de motivo de pena para los sabios. Si el átomo gritara "Yo soy hombre", todavía sería modesto en comparación.
Pero ¿qué es, en realidad, el Universo, si no es el TODO ni ha sido creado por Él separándolo de su propia substancia?, ¿qué otra cosa debe ser? o, mejor preguntado: ¿de qué otra cosa puede haberlo hecho? Esta es la gran cuestión. Nos encontramos con que el principio de correspondencia (véase el capítulo I) viene en nuestra ayuda. El antiguo axioma hermético "como arriba es abajo" puede ser empleado ahora para iluminar este punto. Tratemos, pues, de comprender algo de lo que pasa en los planos superiores, examinando lo que pasa en el nuestro propio. El principio de correspondencia puede aplicarse a esto, lo mismo que a cualquier otro problema.

Veamos. En su propio plano de existencia, ¿cómo crea el hombre? Primero, puede crear haciendo o construyendo algo con los materiales que el mundo externo le brinda. Mas esto no nos sirve, porque fuera del TODO no existen materiales de ninguna clase con los que El pueda crear. En segundo lugar, el hombre puede crear por medio de la fecundación, que no es más que su multiplicación, acompañada por la transferencia de una parte de su propia substancia a la matriz de la madre. Mas esto tampoco nos sirve, porque el TODO no puede transferir o substraerse a sí mismo una porción, ni puede reproducirse o multiplicarse a sí mismo. En el primer caso habría una substracción de su substancia o adición al TODO, lo que es un absurdo. ¿No existe otro medio por el cual crea el hombre? Sí, hay otro: la creación mental. Al crear en esta forma, él no emplea materiales que le aporte el mundo externo, ni se reproduce a sí mismo y, sin embargo, su espíritu compenetra su creación mental.
Siguiendo el principio de correspondencia, se puede pensar justificadamente que el TODO crea el Universo mentalmente, de una manera parecida al proceso mediante el cual el hombre crea sus imágenes mentales. Y he aquí que en esta descripción coinciden tanto el dictamen dado por la razón como el de las almas iluminadas, según se puede encontrar en sus escritos o en sus enseñanzas. Tales son las doctrinas de los sabios. Tales las que enseñó Hermes.

El TODO no puede crear de ninguna manera, excepto mentalmente, sin emplear ni materiales (pues no hay ninguno), ni reproduciéndose (lo que también es imposible). No hay escapatoria para esta conclusión de la razón, la que, como hemos ya visto, concuerda perfectamente con lo que dicen los iluminados. De igual manera que podéis vosotros crear un universo en vuestra propia mente, así el TODO crea los kosmos en la suya propia. Mas vuestro universo sería la creación de una mente finita, en tanto que la del TODO sería la creación de un Infinito. Las dos son iguales en clase, pero difieren infinitamente en grado. Examinaremos más estrictamente el proceso de la creación y manifestación conforme vayamos avanzando en nuestro estudio. Mas este es el punto que debéis fijar por ahora en nuestras mentes: El Universo y todo lo que él contiene es una creación mental del TODO; todo es mente.

"El TODO crea en su mente infinita, innumerables universos, los que existen durante eones de tiempo, y asi y todo. para Él, la creación, desarrollo, decadencia y muerte de un millón de universos no significa mas que el tiempo que se emplea en un abrir y cerrar de ojos".
EL KYBALION

"La mente infinita del TODO es la matriz del Kosmos".
EL KYBALION

El principio de género o generación (véase el capítulo I y otros que seguirán) se manifiesta en todos los planos de la vida: material, mental y espiritual. Pero, según ya hemos indicado anteriormente, el "género" no significa "sexo", pues este último no es más que la manifestación material del género. "Género" significa "lo relativo" a la generación o creación. Y dondequiera que algo se genera o se crea, sea en el plano que fuere, el principio de género se está allí manifestando. Y esto es verdad, aun en lo que se refiere a la creación de los universos.
Ahora no vayáis a suponer que estamos enseñando que hay un dios creador macho y otro hembra. Esto no sería más que una mistificación de las antiguas enseñanzas al respecto. La verdad es que el TODO, en sí mismo, está más allá del género, así como también está más allá de toda otra ley, incluyendo las del tiempo y del espacio. Él es la ley de la cual todas las leyes proceden, y, por lo tanto, no puede estar sujeto a estas últimas. Mas cuando el TODO se manifiesta en el plano de la generación o creación, entonces actúa de acuerdo con la ley y con el Principio, pues se está moviendo en un plano inferior de existencia. Y consecuentemente. Él manifiesta el principio de género, en sus aspectos masculino y femenino, en el plano mental, por supuesto.

Esta idea podría pareceres un tanto chocante, si la oís por primera vez, mas otras veces la habéis aceptado pasivamente en vuestras concepciones diarlas. Habláis de la paternidad de Dios y de la maternidad de la Naturaleza, de Dios como padre divino y de la Naturaleza como madre Universal, y así habréis conocido instintivamente el principio del Género en el Universo. ¿No es así?
Mas las enseñanzas herméticas no implican una dualidad real —el TODO es UNO— siendo los dos aspectos simples fases de manifestación. La doctrina es que el principio masculino manifestado por el TODO permanece, en cierta manera, aparte de la creación mental del Universo. Proyecta su Voluntad sobre el principio femenino (que puede ser llamado naturaleza), siendo en esta donde comienza la obra evolutiva de un Universo, desde simples "centros de actividad" hasta el hombre, y aun a más elevados planos de existencia que el humano, todo ello de acuerdo con bien establecidas leyes de la Naturaleza. Si preferís las antiguas imágenes mentales, podéis concebir el principio masculino como Dios, el padre, y el principio femenino como Naturaleza, la madre universal, de cuya matriz todas las cosas nacen. Esto es algo más que una simple figura poética de lenguaje, es una idea del proceso de la creación de un Universo. Pero recordad siempre que el TODO es UNO, y que en su mente infinita es donde se crean y generan y existen los kosmos.

Podría ayudaros a concebir esto propiamente el aplicarle la Ley de correspondencia en vuestra propia mente. Sabéis que esa parte de vosotros que llamáis "yo", en cierto sentido, permanece aparte de la creación de vuestras imágenes mentales en el intelecto. La parte de la mente en la que se efectúa la generación de imágenes puede ser llamada el "mí", en distinción con el "yo", que permanece Aparte y que examina los pensamientos, ideas e imágenes del "mí". Como "arriba es abajo", acordaos, y los fenómenos de un plano pueden emplearse para resolver los enigmas de los planos superiores e inferiores.
¿Es acaso maravilloso que vosotros, los hijos, sintáis una reverencia instintiva hacia Padre-Mente? ¿Es maravilloso que cuando consideráis las obras y maravillas de la Naturaleza os sintáis conmovidos hasta lo más profundo de vuestro ser? Es a vuestra madre-mente a quien os estáis estrechando, como un niño se estrecha al seno de su madre.

No vayáis a suponer que el pequeñísimo mundo que os circunda —la Tierra— que no es más que un grano de arena en el universo, es el universo mismo. Hay millones de millones de tales mundos, y aun mucho mayores que él. Y aun hay millones de millones de tales universos que existen en la Mente del Único. Y aun en nuestro sistema solar hay regiones y planos de vida muy superiores a los nuestros y seres respecto de los cuales somos como las amebas son respecto del hombre. Hay seres cuyos poderes y atributos son mucho más elevados que los del hombre, y este jamás ha soñado que pudieran existir. Mas, a pesar de esto, esos seres fueron en un tiempo lo que nosotros ahora, y seremos un tiempo como ellos son y aun superiores, porque tal es el destino del hombre, a juzgar por lo que nos dicen los iluminados.
La muerte no es real, ni aun en sentido relativo: no es sino nacer en una vida nueva, y ascendemos y seguiremos ascendiendo a planos de vida cada vez más elevados, durante eones y eones de tiempo. El Universo es nuestra casa, nuestro hogar, y podemos explorarlo hasta sus más lejanos confines, antes de la consumación de los tiempos. Estamos en la mente del TODO y nuestras posibilidades y oportunidades son infinitas, lo mismo en el tiempo que en el espacio. Y al fin del gran ciclo de eones, cuando el TODO reabsorba sus creaciones en sí mismo, marcharemos alegremente porque entonces seremos capaces de comprender la verdad toda de ser UNO con el TODO. Esto es lo que nos afirman los iluminados, esos que han avanzado tanto en el sendero de realización.
Y, mientras tanto, permanezcamos tranquilos y serenos; estamos seguros y protegidos por el Poder Infinito del Padre-Madre-Mente.

"En la Mente del Padre-Madre, los hijos están en su hogar".
EL KYBALION

"No hay nadie que no tenga padre o madre en el Universo".
EL KYBALION

29/8/07

EL KYBALION - PARTE II



Capítulo I
LA FILOSOFÍA HERMÉTICA


"Los labios de la sabiduría permanecen cerrados, excepto para el oído capaz de comprender".
EL KYBALIÓN


Desde el antiguo Egipto han venido las enseñanzas fundamentales y secretas que tan fuertemente han influido en los sistemas filosóficos de todas las razas y de todos los pueblos, durante centurias enteras. El Egipto, la patria de las pirámides y de la Esfinge, fue la cuna de la Sabiduría Secreta y de las doctrinas místicas. Todas las naciones han sacado las suyas de sus doctrinas esotéricas. La India, Persia, Caldea, el país de los medos, China, Japón, AsirIa, la antigua Grecia y Roma, y otros no menos importantes países, se aprovecharon libremente de las doctrinas formuladas por los hierofantes y Maestros de la tierra de Isis, conocimientos que sólo eran transmitidos a los que estaban preparados para participar de lo oculto.
Fue también en el antiguo Egipto donde vivieron los tan grandes adeptos y Maestros que nadie después ha sobrepasado, y que rara vez han sido igualados en las centurias que han transcurrido desde los tiempos del Gran Hermes. El Egipto fue la residencia de la Gran Logia de las fraternidades místicas. Por las puertas de su templo entraron todos los neófitos que, convertidos más tarde en Adeptos, Hierofantes y Maestros, se repartieron por todas partes, llevando consigo el precioso conocimiento que poseían y deseando hacer partícipe de él a todo aquel que estuviera preparado para recibirlo. Ningún estudiante de ocultismo puede dejar de reconocer la gran deuda que tiene contraída con aquellos venerables Maestros de Egipto.

Pero entre esos grandes adeptos existió uno al que los demás proclamaron "el Maestro de los Maestros". Este hombre, si es que puede llamarse "hombre" a un ser semejante, vivió en Egipto en la más remota antigüedad y fue conocido bajo el nombre de Hermes Trismegisto. Fue el padre de la sabiduría, el fundador de la astrología, el descubridor de la alquimia. Los detalles de su vida se han perdido para la historia, debido al inmenso espacio de tiempo transcurrido desde entonces. La fecha de su nacimiento en Egipto, en su última encarnación en este planeta, no se conoce ahora, pero se ha dicho que fue contemporáneo de las más antiguas dinastías de Egipto, mucho antes de Moisés. Las autoridades en la materia lo creen contemporáneo de Abraham, y en algunas de las tradiciones judías se llega a afirmar que Abraham obtuvo muchos de los conocimientos que poseía, del mismo Hermes.
Después de haber transcurrido muchos años desde su muerte (la tradición afirma que vivió trescientos años), los egipcios lo deificaron e hicieron de él uno de sus dioses, bajo el nombre de Tot. Años después los griegos hicieron también de él otro de sus dioses y lo llamaron "Hermes, el dios de la sabiduría". Tanto los griegos como los egipcios reverenciaron su memoria durante centurias enteras, denominándole el "inspirado de los dioses", y añadiéndole su antiguo nombre "Trismegisto", que significa "tres veces grande". Todos estos antiguos países lo adoraron, y su nombre era sinónimo de "fuente de sabiduría".
Aun en nuestros días usamos el término "hermético" en el sentido de "secreto", "reservado", etc., y esto es debido a que los hermetistas habían siempre observado rigurosamente el secreto de sus enseñanzas. Si bien entonces no se conocía aquello de "NO ECHAR PERLAS A LOS CERDOS", ellos siguieron su norma de conducta especial que les indicaba "DAR LECHE A LOS NIÑOS Y CARNE A LOS HOMBRES", cuyas máximas son familiares a todos los lectores de las escrituras bíblicas, máximas que, por otra parte, habían sido ya usadas muchos siglos antes de la Era Cristiana.

Y esta política de diseminar cuidadosamente la verdad ha caracterizado siempre a los hermetistas, aun en nuestros días. Las enseñanzas herméticas se encuentran en todos los países y en todas las religiones, pero nunca identificadas con un país en particular ni con secta religiosa alguna. Esto es debido a la prédica que los antiguos instructores hicieron para evitar que la Doctrina Secreta se cristalizara en un credo. La sabiduría de esta medida salta a la vista de todos los estudiantes de historia. El antiguo ocultismo de la India y de Persia degeneró y se perdieron sus conocimientos, debido a que los instructores se habían convertido en sacerdotes y mezclaron la teología con la filosofía, siendo su inmediata consecuencia que perdieron toda su sabiduría, la que acabó por transformarse en una cantidad inmensa de supersticiones religiosas, cultos, credos y dioses. Lo mismo pasó con las enseñanzas herméticas de los gnósticos cristianos, enseñanzas que se perdieron por el tiempo de Constantino, quien mancilló la filosofía mezclándola con la teología, y la iglesia cristiana perdió entonces su verdadera esencia y espíritu, viéndose obligada a andar a ciegas durante varios siglos, sin que hasta ahora haya encontrado su camino, observándose actualmente que la iglesia cristiana está luchando nuevamente por aproximarse a sus antiguas enseñanzas místicas.
Pero siempre han existido unas cuantas almas que han conservado viva la llama, alimentándola cuidadosamente y no permitiendo que se extinguiera su luz. Y gracias a esos firmes corazones y a esas mentes de extraordinario desarrollo tenemos aún la verdad con nosotros. Mas no se encuentra en los libros. Ella ha sido transmitida del Maestro al discípulo, del iniciado al neófito, de los labios a los oídos. Si alguna vez se ha escrito algo sobre ella, su significado ha sido cuidadosamente velado con términos de astrología y alquimia, de tal manera que sólo los que poseían la clave podían leerlo correctamente. Esto se hizo necesario a fin de evitar las persecuciones de los teólogos de la Edad Media, quienes luchaban contra la Doctrina Secreta, a sangre y fuego. Aun en nuestros días nos es dable encontrar algunos libros valiosos de Filosofía Hermética, pero la mayor parte se ha perdido. Sin embargo, la Filosofía Hermética es la única clave maestra que puede abrir las puertas a todas las enseñanzas ocultas.

En los primeros tiempos existió una compilación de ciertas doctrinas herméticas que eran las bases fundamentales de toda la Doctrina Secreta, y que habían sido, hasta entonces, transmitidas del instructor al estudiante, compilación que fue conocida bajo el nombre de "El Kybalión", cuyo exacto significado se perdió durante centenares de años. Sin embargo, algunos que han recibido sus máximas de los labios a los oídos las comprenden y las conocen. Sus preceptos no habían sido escritos nunca hasta ahora. Son, simplemente, una serie de máximas y axiomas que luego eran explicados y ampliados por los Iniciados. Estas enseñanzas constituyen realmente los principios básicos de la "alquimia hermética", la que, contrariamente a lo que se cree, está basada en el dominio de las fuerzas mentales, más bien que en el de los elementos materiales; en la transmutación de una clase de vibraciones mentales en otras, más bien que en el cambio de una clase de metal en otro. La leyenda acerca de la piedra filosofal, que convertía todos los metales en oro, era una alegoría relativa a la Filosofía Hermética, alegoría que era perfectamente comprendida por todos los discípulos del verdadero hermetismo.
En esta obrita invitamos a nuestros estudiantes a examinar las enseñanzas herméticas, tal como fueron expuestas en "El Kybalión", explicadas y ampliadas por nosotros, humildes estudiantes de las mismas, que si bien llevamos el título de iniciados somos, sin embargo, simples discípulos a los pies de Hermes, el Maestro. Transcribimos aquí muchas de las máximas y preceptos de "El Kybalión", acompañadas por explicaciones y comentarios que creemos ayudarán a hacer más fácilmente comprensibles esas enseñanzas por los hombres modernos, especialmente teniendo en cuenta que el texto original ha sido velado a propósito con términos oscuros y desconcertantes.
Las máximas originales, axiomas y preceptos de "El Kybalión" están impresos con otro tipo de letra. Esperamos que los lectores de esta obra sacarán tanto provecho del estudio de sus páginas como lo han sacado otros que han pasado antes por el mismo sendero que conduce al adepto desde los tiempos de Hermes Trismegisto, el Maestro de los Maestros, el Tres Veces Grande, hasta ahora.
Dice "El Kybalión":

"Donde quiera que estén las huellas del Maestro, allí los oídos del que está pronto para recibir sus enseñanzas se abren de par en par". "Cuando el oído es capaz de oír, entonces vienen los labios que han de llenarlos con sabiduría".
De manera que, de acuerdo con lo indicado, este libro sólo atraerá la atención de los que están preparados para recibirlo. Y recíprocamente, cuando el estudiante esté preparado para recibir la verdad, entonces este libro llegará a él. El principio hermético de causa y efecto, en su aspecto de "ley de atracción", llevará los oídos junto a los labios y el libro junto al discípulo.


Capítulo II
LOS SIETE PRINCIPIOS HERMÉTICOS


"Los principios de la verdad son siete:
el que comprende esto perfectamente posee la clave mágica ante la cual todas las puertas del Templo se abrirán de par en par".
EL KYBALION


Los siete principios sobre los que se basa toda la Filosofía Hermética son los siguientes:

1. El Principio del Mentalismo
2. El Principio de Correspondencia
3. El Principio de Vibración
4. El Principio de Polaridad
5. El Principio del Ritmo
6. El Principio de Causa y Efecto
7. El Principio de Generación



1. EL PRINCIPIO DEL MENTALISMO



El TODO es Mente; el universo es mental".
EL KYBALION


Este principio encierra la verdad de que "TODO ES MENTE". Explica que el TODO, que es la realidad sustancial que se oculta detrás de todas las manifestaciones y apariencias que conocemos bajo los nombres de "universo material", "fenómenos de la vida", "materia", "energía", etc., y en una palabra, todo cuanto es sensible a nuestros sentidos materiales, es espíritu, quien en sí mismo es incognoscible e indefinible, pero que puede ser considerado como una mente infinita, universal y viviente. Explica también que todo el mundo fenomenal o universo es una creación mental del TODO en cuya mente vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. Este principio, al establecer la naturaleza mental del universo, explica fácilmente los varios fenómenos mentales y psíquicos que tanto han preocupado la atención del público, y que sin tal explicación no son comprensibles y desafían toda hipótesis científica. La comprensión de este principio hermético de mentalismo habilita al individuo a realizar y conocer la ley que rige el universo mental, aplicándola a su bienestar y desarrollo. El estudiante de la Filosofía Hermética puede emplear conscientemente las grandes leyes mentales, en vez de usarlas por casualidad o ser usado por ellas. Con la clave maestra en su poder, el discípulo puede abrir las puertas del Templo del conocimiento mental y psíquico y entrar en el mismo libre e inteligentemente. Este principio explica la verdadera naturaleza de la energía, de la fuerza y de la materia, y el cómo y el porqué todas estas están subordinadas al dominio de la mente. Uno de los antiguos Maestros escribió, largo tiempo ha:
"EL QUE COMPRENDA LA VERDAD DE QUE EL UNIVERSO ES MENTAL, ESTÁ MUY AVANZADO EN EL SENDERO DEL ADEPTO".
Y estas palabras son tan verdad hoy en día como lo eran cuando fueron escritas. Sin esta clave maestra el adeptado es imposible, y el estudiante que no la posea, en vano llamará a la puerta del Templo.

2. EL PRINCIPIO DE CORRESPONDENCIA



"Como arriba es abajo; como abajo es arriba".
EL KYBALION


Este principio encierra la verdad de que hay siempre una cierta correspondencia entre las leyes y los fenómenos de los varios estados del ser y de la vida, y el antiquísimo axioma hermético se refiere precisamente a esto, y afirma: "Como arriba es abajo; como abajo es arriba", y la comprensión de este principio da una clave para resolver muchos de los más oscuros problemas y paradojas de los misteriosos secretos de la Naturaleza. Hay muchos planos que no conocemos, pero cuando aplicamos esa ley de correspondencia a ellos, mucho de lo que de otra manera nos sería incomprensible se hace claro a nuestra conciencia. Este principio es de aplicación universal en los diversos planos, mental, material o espiritual del Kosmos: es una ley universal. Los antiguos hermetistas consideraban este principio como uno de los más importantes auxiliares de la mente, por cuyo intermedio se puede descorrer el velo que oculta lo desconocido a nuestra vista. Su aplicación puede desgarrar un tanto el Velo de Isis, de tal manera que nos permita ver, aunque más no sea, algunos de los rasgos de la diosa. De igual manera que el conocer los principios de la geometría habilita al hombre para medir el diámetro, órbita y movimiento de las más lejanas estrellas, mientras permanece sentado en su observatorio, así también el conocimiento del principio de correspondencia habilita al hombre a razonar inteligentemente de lo conocido a lo desconocido; estudiando la mónada se llega a comprender al arcángel.

3. EL PRINCIPIO DE VIBRACIÓN



"Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra".
EL KYBALION


Este principio encierra la verdad de que todo está en movimiento, de que nada permanece inmóvil, cosas ambas que confirma por su parte la ciencia moderna, y cada nuevo descubrimiento lo verifica y comprueba. Y, a pesar de todo, este principio hermético fue enunciado cientos de años ha por los Maestros del antiguo Egipto. Este principio explica las diferencias entre las diversas manifestaciones de la materia, de la fuerza, de la mente y aun del mismo espíritu, las que no son sino el resultado de los varios estados vibratorios. Desde el TODO, que es puro espíritu, hasta la más grosera forma de materia, todo está en vibración: cuanto más alta es esta, tanto más elevada es su posición en la escala. La vibración del espíritu es de una intensidad infinita; tanto, que prácticamente puede considerarse como si estuviera en reposo, de igual manera que una rueda que gira rapidísimamente parece que está sin movimiento. Y en el otro extremo de la escala hay formas de materia densísima, cuya vibración es tan débil que parece también estar en reposo. Entre ambos polos hay millones de millones de grados de intensidad vibratoria. Desde el corpúsculo y el electrón, desde el átomo y la molécula hasta el astro y los universos, todo está en vibración. Y esto es igualmente cierto en lo que respecta a los estados o planos de la energía o fuerza (la que no es más que un determinado estado vibratorio), y a los planos mentales y espirituales. Una perfecta comprensión de este principio habilita al estudiante hermético a controlar sus propias vibraciones mentales, así como las de los demás. Los Maestros también emplean este principio para conquistar los fenómenos naturales. "EL QUE COMPRENDA EL PRINCIPIO VIBRATORIO HA ALCANZADO EL CETRO DEL PODER", ha dicho uno de los más antiguos escritores.

4. EL PRINCIPIO DE POLARIDAD



"Todo es doble; todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son semiverdades; todas las paradojas pueden reconciliarse".
EL KYBALION


Este principio encierra la verdad de que todo es dual, todo tiene dos polos; todo su par de opuestos, afirmaciones que son de otros tantos axiomas herméticos. Explica y dilucida las antiguas paradojas que han dejado perplejos a tantísimos investigadores, y que literalmente decían: "La tesis y la antítesis son idénticas en naturaleza, difiriendo sólo en grado"; "los opuestos son idénticos en realidad, diferenciándose en su gradación"; "los pares de opuestos pueden conciliarse, los extremos se tocan"; "todo es y no es al mismo tiempo", "toda verdad no es sino media verdad"; "toda verdad es medio falsa", etc. Este principio explica que en cada cosa hay dos polos, dos aspectos, y que los "opuestos" no son, en realidad, sino los dos extremos de la misma cosa, consistiendo la diferencia, simplemente, en diversos grados entre ambos. El calor y el frío, aunque opuestos, son realmente la misma cosa, consistiendo la diferencia, simplemente, en diversos grados de aquella. Mirad un termómetro y tratad de averiguar dónde empieza el calor y dónde termina el frío. No hay nada que sea calor absoluto en realidad, indicando simplemente ambos términos, frío y calor, diversos grados de la misma cosa, y que esta se manifiesta en esos opuestos no es más que los polos de eso que se llama calor, o sea la manifestación del principio de polaridad que nos ocupa. El mismo principio se manifiesta en la "luz" y la "oscuridad", las que, en resumen, no son sino la misma cosa, siendo ocasionada la diferencia por la diversidad de grado entre los dos polos del fenómeno. ¿Dónde termina la oscuridad y dónde empieza la luz? ¿Cuál es la diferencia entre grande y pequeño? ¿Cuál entre duro y blando? ¿Cuál entre blanco y negro? ¿Cuál entre alto y bajo? ¿Cuál entre positivo y negativo? El principio de polaridad explica esta paradoja. El mismo principio opera de idéntica manera en el plano mental. Tomemos, por ejemplo, el amor y el odio, dos estados mentales completamente distintos aparentemente, y notaremos que hay muchos grados entre ambos; tantos, que las palabras que nosotros usamos para designarlos, "agradable" y "desagradable", se esfuman una en la otra, hasta tal punto que muchas veces somos incapaces de afirmar si una cosa nos causa placer o disgusto. Todas no son más que gradaciones de una misma cosa, como lo comprenderéis claramente por poco que meditéis sobre ello. Y aun más que esto, es posible cambiar o transmutar las vibraciones de odio por vibraciones de amor, en la propia mente y en la mente de los demás, lo que es considerado como lo más importante por los hermetistas. Muchos de los que leéis estas páginas habréis tenido experiencias en vosotros mismos y en los demás de la rápida e involuntaria transición del amor en odio y recíprocamente. Y ahora comprenderéis la posibilidad de efectuar esto por medio del poder de la voluntad, de acuerdo con las fórmulas herméticas. El "Bien" y el "Mal" no son sino los polos de una misma y sola cosa, y el hermetista comprende y conoce perfectamente el arte de transmutar el mal en el bien aplicando inteligentemente el principio de polaridad. En una palabra, el "arte de polarizar" se convierte en una fase de la alquimia mental, conocida y practicada por los antiguos y modernos Maestros herméticos. La perfecta comprensión de este principio capacita para cambiar la propia polaridad, así como la de los demás, si uno se toma el tiempo y estudia lo necesario para dominar este arte.

5. EL PRINCIPIO DEL RITMO



"Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso; todo asciende y desciende. todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda, el ritmo es la compensación".
EL KYBALION


Este principio encierra la verdad de que todo se manifiesta en un determinado movimiento de ida y vuelta; un flujo y reflujo, una oscilación de péndulo entre los dos polos que existen de acuerdo con el principio de polaridad, descripto un momento ha. Hay siempre una acción y una reacción, un avance y un retroceso, una ascensión y un descenso. Y esta ley rige para todo: soles, mundos, animales, mente, energía, materia. Esta ley lo mismo se manifiesta en la creación como en la destrucción de los mundos, en el progreso como en la decadencia de las naciones, en la vida, en las cosas todas y, finalmente, en los estados mentales del hombre, y es con referencia a esto último que creen los hermetistas que este principio es el más importante. Los hermetistas han descubierto este principio, encontrándolo de aplicación universal, y han asimismo descubierto ciertos métodos para escapar a sus efectos, mediante el empleo de las fórmulas y métodos apropiados. Emplean para ello la ley mental de neutralización. No pueden anular el principio o impedir que opere, pero han aprendido a eludir sus efectos hasta un cierto grado, grado que depende del dominio que se tenga de dicho principio. Saben cómo usarlo, en vez de ser usados por él. En este y en otros parecidos métodos consiste la ciencia hermética. El Maestro se polariza a sí mismo en el punto donde desea quedarse, y entonces neutraliza la oscilación rítmica pendular que tendería a arrastrarlo hacia el otro polo. Todos los que han adquirido cierto grado de dominio sobre sí mismos ejecutan esto hasta cierto punto, consciente o inconscientemente, pero el Maestro lo efectúa conscientemente, y por el solo poder de su voluntad alcanza un grado tal de estabilidad y firmeza mental casi imposible de concebir por esa inmensa muchedumbre que va y viene en un continuado movimiento ondulatorio, impulsada por ese principio de ritmo. Este, así como el de la polaridad, han sido cuidadosamente estudiados por los hermetistas, y los métodos de contrabalancearlos, neutralizarlos y emplearlos, forman una de las partes más importantes de la alquimia mental hermética.

6. EL PRINCIPIO DE CAUSA Y EFECTO



"Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa: todo sucede de acuerdo con Ley; el azar no es más que el nombre que se le da a una ley no conocida; hay muchos planos de causalidad pero nada escapa a la Ley".
EL KYBALION


Este principio encierra la verdad de que todo efecto tiene su causa, y toda causa su efecto. Afirma que nada ocurre casualmente y que todo sucede conforme a la Ley. La suerte es una palabra vana, y si bien existen muchos planos de causas y efectos, dominando los superiores a los inferiores, aun así ninguno escapa totalmente a la Ley. Los hermetistas conocen los medios y los métodos por los cuales se puede ascender más allá del plano ordinario de causas y efectos, hasta cierto grado, y alcanzando mentalmente el plano superior se convierten en causas en vez de efectos. Las muchedumbres se dejan llevar, arrastradas por el medio ambiente que las envuelve o por los deseos y voluntades de los demás, si estos son superiores a las de ellas. La herencia, las sugestiones y otras múltiples causas externas las empujan como autómatas en el gran escenario de la vida. Pero los Maestros, habiendo alcanzado el plano superior, dominan sus modalidades, sus caracteres, sus cualidades y poderes, así como el medio ambiente que los rodea, convirtiéndose de esta manera en dirigentes, en vez de ser los dirigidos. Ayudan a las masas y a los individuos a divertirse en el juego de la vida, en vez de ser ellos los jugadores o los autómatas movidos por ajenas voluntades. Utilizan el principio, en vez de ser sus instrumentos. Los Maestros obedecen a la causación de los planos superiores a aquel en que se encuentran, pero prestan su colaboración para regular y regir en su propio plano. En lo dicho está condensado un valiosísimo conocimiento hermético: que el que sea capaz de leer entre líneas lo descubra, es nuestro deseo.

7. EL PRINCIPIO DE GENERACIÓN



"La generación existe por doquier; todo tiene sus principios masculino y femenino; la generación se manifiesta en todos los planos".
EL KYBALION


Este principio encierra la verdad de que la generación se manifiesta en todo, estando siempre en acción los principios masculino y femenino. Esto es verdad, no solamente en el plano físico, sino también en el mental y en el espiritual. En el mundo físico, este principio se manifiesta como "sexo", y en los planos superiores toma formas más elevadas, pero el principio subsiste siempre el mismo. Ninguna creación física, mental o espiritual, es posible sin este principio. La comprensión del mismo ilumina muchos de los problemas que tanto han confundido la mente de los hombres. Este principio creador obra siempre en el sentido de "generar", "regenerar" y "crear". Cada ser contiene en sí mismo los dos elementos de este principio. Si deseáis conocer la filosofía de la creación, generación y regeneración mental y espiritual, debéis estudiar este principio hermético, pues él contiene la solución de muchos de los misterios de la vida. Os advertimos que este principio nada tiene que ver con las perniciosas y degradantes teorías, enseñanzas y prácticas, que se anuncian con llamativos títulos, las que no son más que una prostitución del gran principio natural de generación. Tales teorías y prácticas no son más que la resurrección de las antiguas doctrinas fálicas, que sólo pueden producir la ruina de la mente, del alma y del cuerpo, y la Filosofía Hermética siempre ha alzado su verbo de protesta contra esas licencias y perversiones de los principios naturales. Si lo que deseáis son tales enseñanzas, debéis irlas a buscar a otra parte: el hermetismo nada contiene sobre ellas. Para el puro, todas las cosas son puras; para el ruin todas son ruines.